Tuesday, 19 October 2021

Mentidero on-line

 

Mentidero on-line



El sábado 23 de octubre de 2021, tras casi dos años de reuniones on-line, la relajación de las medidas y protocolos contra la pandemia permite reunirse a algunos miembros del colectivo literario Bremen en un bar del madrileño barrio de las Letras. Junto al resto de miembros dispersos por otras ubicaciones inician una sesión mitad presencial, mitad on-line. 

 

Paloma.- Pues en Madrid somos: Robert, Juan Carlos, Antonio y yo. ¿Veis donde estamos?

Ana.- En un bar ¿no?

Paloma.- Efectivamente, en pleno barrio de la Letras 

Nacho.- Venga ¿Quién empieza?

Antonio.- Pues... empezad los gaditanos. Carlos, por ejemplo.

Carlos.- Vale. A ver... ¿Se me ve? ¿Se me oye bien?

Juan Carlos.- Sí, aquí en el bar te oímos bien, pero se te ve como tenebroso, no sé. Seguro que hoy nos cuentas una al estilo Chicho Ibañez Serrador, (intentando provocar miedo:) “Historias para no dormir”.

Robert.- Oye, si no os importa esperamos un momento, que debe estar a punto de entrar alguien más ¿No veis esa ventanita con la letra “L”.

Paloma.- Sí, mejor esperamos

Nacho.- Pues yo en media hora tengo que estar contando otras historias, (rimbombante:) “historias para bien dormir”; y antes tengo que convencer a mis niños de que se acuesten, que nunca es fácil.

Lope (Luijo).- Hola, hola a todos.

Todos.- Hola, hola.

Robert.- (muy contento:) Flipo. Ha funcionado.

Paloma.- Genial.

Ana.- Perdona, es que yo llevo poco tiempo de asidua en este Mentidero on-line ¿Tú quién eres?

Lope.- (serio y ceremonioso) Soy Lope. Lope de Vega, para serviros. Me habéis convocado ¿no?

Ana.- (con cierto asombro) Ah, pues encantada. Yo no sabia...

Robert.- (interrumpiendo) Claro, claro, querido Lope. Es un honor tenerte hoy con nosotros. Mira, se trata, como te conté, de leer cada uno el relato que ha escrito.

Antonio.- El tema de hoy es la “comunicación”. Y va a empezar Carlos leyendo el suyo. Si te parece bien, estimado Lope, a ti te dejamos para que leas el último, como broche final.

Lope.- Sí, perfecto. Lo mío será una égloga cortita sobre el asunto a tratar y... tal vez un par de sonetos.

Antonio.- Estupendo. Pues adelante Carlos.

Carlos.- A ver... a ver si hoy puedo compartir pantalla para que lo leamos todos... ¿Se ve?

Robert.- No, pero es igual, Carlos, no le des más vueltas, leelo sin más.

Carlos.- Vale, pues empiezo...

Lope.- (interrumpe muy azarado) Un momento. Perdonad que os interrumpa pero es que os voy a tener que dejar. Me llega un whatsapp muy inquietante de mi hija Marcela, la que está de monja en las Trinitarias. Me dice que el convento está siendo profanado. Un gentío ha entrado gritando, no sabe por qué. La pobre está asustadísima.

Antonio.- ¿Qué me dices? Por Dios. Pues mira precisamente estamos justo aquí muy cerquita del convento.

Lope.- ¿Es serio? ¿dónde?

Antonio.- En un bareto de la calle del León, a dos o tres manzanas del convento. Si quieres me acerco yo.

Lope.- Sí, por favor. Ve y me cuentas.

Ana.- Pero llamad al 112 ¿no?

Paloma- Claro, yo llamo, venga.

Lope.- Imagino que ya habrán avisado desde el convento, pero no vendrá mal, por si acaso... Bip —suena un mensaje— A ver... (mira su móvil con angustia y todos esperan inquietos a que lo lea) Me voy, lo siento, esto se agrava, me voy para allá. Pero ve tú por delante, Antonio, por favor; yo tardaré más, que me ha pillado en casa de Miguel.

Antonio.- No te preocupes, Lope, yo te tendré informado. Será cosa de nada, ya verás.

Paloma- Ha cortado; Lope ha cortado. Pobre, qué mala suerte. Además sor Marcela es su hija predilecta.

Ana.- Bueno... él ha tenido diecisiete hijos: doce hijas y cinco hijos. Diez de ellos murieron en la infancia. Está acostumbrado a trances peores.

Juan Carlos.- Pues yo al venir hacia aquí he oído ruido de sirenas.

Nacho.- Escuchad, colegas. Estoy viendo que ya sale la noticia en el ABC. Os leo: Grave ultraje a la clausura monacal en el convento de las Trinitarias, en pleno centro de Madrid”. Ese es el titular; pero sigo: “el asalto se ha producido por instrucciones del delegado de gobierno, sin orden judicial alguna".

Paloma- ¿Se ha producido el qué? Se te oye entrecortado, Nacho.

Nacho.- A ver... ¿me oís ahora?

Carlos.- No, yo muy mal.

Ana.- Si, yo sí.

Juan Carlos.-  Ahora sí. Los del bar te oimos bien. Cuenta ¿qué es lo que ha pasado?

Nacho.- Lo de siempre. Vaya guirigay tenéis montado en los Madriles. La presidenta muy cabreada con el delegado de gobierno por “ultrajar un recinto religioso, además de clausura, sin orden judicial"; eso dice el Mundo, pero el País dice todo lo contrario, le echa la culpa al gobierno de la Comunidad, es tremendo ¿Lo estáis siguiendo?

Robert.- Pues no, joder, aquí estamos a lo que estamos, Nacho. Menuda putada, hemos invitado a Lope con toda la ilusión y ahora se nos va. Pero bueno... Venga, cuéntanos de una vez ¿qué dice la prensa de lo que ha pasado?

Nacho.- ¿Cómo? No te he oído el final, Robert. Ahora soy yo el que no oigo.

Robert.- ¿Los demás remotos me oís?

Remotos.- Sí, sí

Carlos.- Nacho, escucha, cuéntanos qué está pasando en el convento ese. Venga, que nos tienes intrigados

Nacho.- A ver, yo a Carlos le escucho, pero a los demás os oigo fatal. Voy a cambiar de navegador. Un momento...

Antonio.- ¡Eh, gente! ¡Ya he llegado! ¿me veis? ¿me oís?

Todos.- Sí, sí. Cuenta, cuenta

Antonio.- Mirad, estoy en la puerta de las Trinitarias. Oye, Lope: no te preocupes, están ya aquí los alguaciles y está todo controlado.

Robert.- Antonio: Lope se ha ido para allí. Tardará un poco porque le ha pillado en Alcalá, en casa de Miguel.

Antonio.- Andá, en casa de Miguel pero ¿no se llevaban fatal?

Ana.- No eso fue después.

Antonio.- Pues os cuento, venga... Ahora que él no nos oye os digo lo que se cuenta por aquí. El asunto es jodido. Andan buscando a un hombre que, como consecuencia de una trifulca aquí al lado, en el Mentidero de los Representantes, ha malherido a otro con una daga y se ha largado corriendo. Algunos le siguieron y le han visto que trepaba por los andamios de la fachada trasera del convento. Total, que luego ha llegado la policía, vamos... los alguaciles que se llaman en esta época, y se ha armado la de Dios es Cristo, porque las monjas no querían dejarles pasar y parece ser que han entrado... de muy malas maneras. ¿Me oís...? ¿Seguís ahí? Yo os he perdido. Me cago en...

Juan Carlos.- Antonioooo. Sí, te escuchamos pero no te vemos. Tú sigue contando.

Antonio.- Voy hacia la plazoleta a ver si hay más cobertura allí.

Robert.- Vaya mierda el google-meet este de los...

Carlos.- Oye, Nacho ¿tu sigues al loro con la prensa digital?

Nacho.- Sí. Es la hostia, chicos. Se trata de Diego Calderón de la Barca, el hermano de Pedro, ya sabéis que hace pocos días llego de Flandes. Pues parece ser que un tipo, embozado con larga capa, ocultaba una daga que, sin mediar palabra, clavó en la espalda de don Diego, hiriéndolo de mucha gravedad.

Ana.- Ah, eso me suena, sí, es un hecho histórico pero poco documentado.

Juan Carlos.- Ana, por favor no te vayas de época. Estamos en 1629, está justo sucediendo ahora ¿no lo estás viendo?

Antonio.- Y yo estoy en el mismísimo lugar de los hechos, aquí me veis, en medio de todo el follón. Un momento, a ver... Oye, que me dejan pasar. Je, je. Les he dicho que soy fiscal del Santo Oficio y me dejan pasar. Pues ale, me meto y os lo retransmito en directo... ¿Se ve?

Ana.- Sí se te ve, pero en una ventanita enana de la derecha, porque la pantalla está toda ocupada por el texto.

Nacho.- Muy oscuro, no se ve un carajo

Antonio.- Bueno, pues efectivamente me muevo entre tinieblas. Imagino que las pobres monjas han apagado las luces para evitar ser vistas. Pero voy a seguir a este alguacil que con su velón se abre paso por los pasillos. ¿Veis aunque sea algo?

Robert.- Antonio, pon la linterna del móvil, joder.

Carlos.- Se ve mal, pero tú sigue contándonos, venga, que nos tienes muy intrigados.

Antonio.- Es que los alguaciles me dicen que me calle, que.. ¡Hostias! con perdón...

Robert.- ¡Joder, qué fuerte! ¿estáis viendo lo que pasa?

Nacho.- No se ve un carajo

Robert.- Pues aquí sí. (con asombro) Le han levantado el velo a una monja. Y ahora todo el habito a otra. Joder...

Paloma- Están buscando al criminal. Imagino que creen se haya podido disfrazar de monja. Eso es. Está claro, tienen que levantar los hábitos de cada una de ellas hasta que den con él.

Carlos.- ¡Es verdad! Ahora sí se ve bien. (subiendo el tono) ¡Magnífico espectáculo! Señoras y señores: pasen y vean a las monjas de clausura siendo rigurosamente inspeccionadas por los alguaciles. Y el fiscal del Santo Oficio, o sea Antonio B, tomando buena nota y testimonio audiovisual de todo ello.

Juan Carlos.- (con ironía) Tenemos temazo para rato en los telediarios y en todas las tertulias y mentideros del mundo. ¿Quién va a hablar ahora del Covid o del volcán de la isla de la Palma? eso son nimiedades.

Robert.- Se corta. Ay, qué pena.

Ana.- Es verdad. La ventana de Antonio ha desaparecido. Qué lástima.

Carlos.- Debe haber perdido cobertura. También el texto desaparece.

Ana.- Con lo interesante que estaba. Creo recordar que el criminal fue un actor. En ese mentidero se reunían a diario todo el mundillo del teatro: los autores, actores y actrices, empresarios, músicos, bailarines...

Juan Carlos.- (recriminatorio) Por favor, Ana, ¿otra vez? Estamos en vivo y en directo ¿por qué demonios te da por hablar en pasado?

Ana.- Tienes razón. No sé qué me pasa, pero...

Antonio.- (con cara de pícaro) Hola queridos. ¿Qué tal?

Todos.- (sorprendidos y contentos) ¡Antonio!

Ana.- ¡Que gusto verte sano y salvo! Por lo que vemos has salido con éxito del convento.

Antonio.- Sí.

Robert.- ¿Y Lope? ¿Le has visto?

Antonio.- Está aquí conmigo. Os lo paso.

Lope.- (serio y ceremonioso) Hola de nuevo a todos.

Todos.- ¡Hola, hola, Lope!

Lope.- Perdonad que os haya dejado plantados. ¿Seguís estando algunos en el bar de la esquina?

Los del bar (Paloma, Juan Carlos y Robert).- Sí, sí

Lope.- Pues ahora me acercaré con Antonio a saludaros.

Los del bar.- (muy contentos) ¡Bieeeen!

Antonio.- Estupendo. Pues... mira, Lope, ve tú yendo al bar que yo... como a mí me dejan pasar, pues voy a entrar un momento ¿sabes? Porque... es que no me he despedido de tu hija. Ha sido todo tan rápido. Es majísima tu hija, sor Marcela, qué simpática y qué linda, oye.

Lope.- Ah, muy bien, pues dale otro beso de parte de su padre.

Antonio.- Por supuesto, ahora se lo doy.

Lope.- Venga, pues te veo en el bar.

Nacho.- (subiendo el tono para alertarle) Oye, Lope: No, no te fíes de Antonio ¿eh? que...

Paloma- Se ha cortado. Vaya, se ha cortado la conexión. Ya no salen ni los gaditanos ni nadie. Otro apagón.

Robert.-  No, no. (con enfado)  Es el puto google-meeting este de los huevos. Me temo que ya es el apagón definitivo. (cambia a tono ceremonioso) El espejismo ha terminado, señores, vuelvan a sus quehaceres, retornemos todos al aburrimiento de lo cotidiano. Esto es el telón final.


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Vínculos inspiradores de este texto:

https://cosasdelosmadriles.blogspot.com/2017/05/mentidero-de-representantes-del-barrio.html

https://madridafondo.blogspot.com/2013/10/pedro-calderon-de-la-barca-y-la.html

https://elpais.com/ccaa/2014/02/22/madrid/1393093769_067922.html

https://elretohistorico.com/calderon-barca-fray-hortensio-siglo-de-oro/


Friday, 15 October 2021

La noche que albergas en tu regazo

 

 

La noche que albergas en tu regazo


¿Tú podrías ayudarme

a corregir un relato?”

Por supuesto me contestas

llevo sin leerte años”.

Imprimo el texto y lo tomas

ahora los dos nos sentamos

tú en el sofá estás preciosa

yo en el sillón de al lado.

Pues... a ver qué te parece

Te dejo leer. Me callo”


Cruzas tus piernas con magia

yo, sin poder evitarlo,

me transformo en esos folios

que ya acarician tus manos;

una busca por mi frente

las palabras que he soñado:

humedad, cueva, secreto,

aromas, besos, diablos;

la otra repta por mi nuca

deslizándose despacio

imaginando el principio

de algún viaje anhelado


Dos metros, no más, separan

nuestros cuerpos de un abrazo

Yo me hago el distraído

pero te estoy observando

de reojo, con sigilo

y advierto en ti un gesto amargo

como queriendo extirpar

del papel algunos párrafos.

Interrumpes la lectura,

no sé si ya has terminado

o es tan sólo una pausa,

tu mirada vuela largo...


Sólo han sido diez segundos

y nunca he esperado tanto

No lo acabo de creer

tu rostro se ha iluminado

y por fin una sonrisa

se abre paso entre tus labios

Giras la vista hacia mí,

me invitan tus ojos claros

Un río ansioso me inunda

y ebrio de ti me levanto

Voy a descubrir la noche

que albergas en tu regazo

 

 

 


Wednesday, 30 June 2021

Sonrisas de doble sentido

 




La mesa camilla era pequeña y, al sentarnos los tres, nuestras rodillas se toparon. No sé a ellas, pero a mi me produjo un agradable cosquilleo que recorrió mis piernas y subió por la columna vertebral hasta instalarse en el cerebelo, para, a continuación, ya más despacio, descender hormigueante hacia el vientre, los genitales y todos los rincones erógenos de mi cuerpo.

  Al rato pude advertir, con cierta desilusión, cómo Bea se interesaba más por Ana que por mí; Ana, en cambio, le hacía poco caso a ella y era a mí a quien miraba casi todo el rato. Así los tres formábamos un silencioso triángulo de miradas solícitas y respuestas esquivas. Tras unos segundos sin decir palabra alguna, en nuestros rostros brotaron tres sonrisas que aliviaron por fin aquel impasse, sonrisas de doble sentido: de deseo hacia un lado y de disculpa hacia el otro.

  Por fin Ana rompió el silencio e intentó reclamar mi atención empezando el canto con su voz soprano:

        Eres como la nieve

        que cae a copos”

    Bea, que la miraba resplandeciente, añadió su voz de contralto.

        y por eso te quieren

        tanto mis ojos”

  Fuí yo, entonces, quien inicié la segunda estrofa, en voz barítono, mientras tímidamente palpaba con ternura el antebrazo de Bea.

        Eres como las aguas

        que caen a chorros”

  De vuelta al estribillo sonaron juntas ya las tres voces:

        Y por eso te quieren

        tanto mis ojos”

  Pero Bea ignoraba mi caricia mientras cantábamos e inició un movimiento similar al mío pero hacia Ana, quien, a su vez, también lo hizo conmigo. Cerrábamos de esta forma, frustrados los tres, un círculo de suaves caricias recibidas con triste resignación.

  Tras algunos compases mudos, adelanté la cabeza buscando la mirada de Bea, lo que provocó que ella avanzara también la suya, y lo mismo hizo Ana a continuación. Los tres así, más próximos, arrancamos la tercera estrofa:

        Eres como los aires

        beso en tu cara

        y por eso te espero

        cada mañana”

  La canción terminó. Las últimas notas se esparcieron por la salita, buscando entre los muebles de alrededor un buen escondite para observarnos, expectantes a lo que pudiera acontecer en el silencio inmediato. Nos miramos triangularmente perplejos. Sucumbiendo lentamente cada uno a su deseo, nos fuimos aproximando al centro de la mesa donde las bocas hechizadas de los tres se encontraron, fundiendo nuestros labios en un único beso, mitad dulce, mitad amargo. Cuánta amargura esconde un beso dulce, cuánta dulzura uno amargo. Sin separar las bocas, nos fuimos poniendo en pie para abrazarnos. La mesa cayó a un lado y con ella rodaron por la alfombra todas nuestras frustraciones.




Eres como la nieve” es una canción tradicional castellana. Cristobal Halfter hizo un arreglo para coral a cuatro voces (en este relato triangular nos valió con tres)

 

 

 

 

Tuesday, 18 May 2021

¡A tres euros!

 


—¡A tres euros, a tres! ¡Compren, compren las ricas empanadas!

—Perdone. Oiga, perdone la pregunta ¿vende usted también empanadas? Porque no las veo.

—Ay qué lástima, señora, acabo de comerme la última. Pero acérquese, que tengo de todo.  ¡Busque, busque y encontrará lo que siempre quiso tener! ¡A tres euros, a tres! ¡Coches eléctricos de alta gama, oiga, a tres euros!

—Je, je. Por lo que oigo, vende usted de todo.

—Le cuento, en confianza: es que llevo la mañana entera voceando “camisetas a tres, calzoncillos a tres” y todo el mundo pasa de largo. Vamos a ver si con apartamentos pica alguien...   ¡Apartamentos a tres euros, oiga! ¡Lujosos apartamentos en primera linea de playa a sólo tres euros! ¡Acérquense y busquen, que tengo de todo, oiga! ¡A tres euros, a tres!

—Ah, pues a ese precio póngame un apartamento, sí; con buenas vistas al mar ¿eh?

—Eso está hecho. ¡A tres euros, todo a tres euros!

—¿Oiga... y, entre tantas cosas, no tendrá por casualidad un trabajo fijo y con buen sueldo?

—Claro que sí, señora. En cuanto la vean a usted con esta blusa tan elegante, la contratan. Mire, mire qué prestancia tiene esta blusa. Azul celeste, a juego con sus ojos.

—Ya veo, pero no se preocupe, que la ropa no me interesa.

—¡A tres euros! ¡Vean, vean qué pulseras de plata me traigo hoy! ¡Pero bueno... ¿a tres euros pulseras de plata? se preguntarán. Pues sí, claro que sí, todo aquí es a tres euros! ¡Apresúrense, que me las quitan de las manos, oiga!

—Enséñeme esas pulseras, venga.

—Buenísimas son. Mire, señora, esto sí que es calidad ¿eh? Las tiene de diferentes tamaños y modelos. Dígame ¿cuál es su preferida?

—Muy bonitas son, sí, pero de plata plata... es exagerar un poco ¿no?

—Es bisutería fina, oiga, de la buena, buena. Y por ser para usted, que es la única que me ha hecho caso en toda la mañana, se la dejo en... Acérquese, acérquese que no me gusta andar gritando los descuentos que hago. Pues mire... esta... o esta otra, la que prefiera de las dos, es para usted... gratis. Es que con esos ojos azules, mágicos, y esa figura tan hermosa que tiene, me ha vuelto usted loco. Se la regalo, venga.  ¡A tres euros, todo a tres euros!

—Ja, ja, es usted muy amable, pero no, yo le pago como está mandado. Venga, esta, me llevo esta que es preciosa ¿Cuánto dijo que costaban?

—Ah... eso sí que es bueno, o sea que no sabe lo que valen.  Ja, ja, ja. Ahora es usted la que me ha hecho reír a mí. Se las regalo, de verdad. Te las regalo con todo mi corazón, y perdona que te tutee, porque además de hermosa se te ve que eres muy buena gente. ¡A tres euros, todo a tres euros! ¡Compren, compren ustedes estos magníficos besugos recién salidos del mar!

—¿Ahora besugos? Qué maravilla, qué extraordinaria imaginación. Vale, acepto tu regalo pero acepta tú también el mío, que son estos tres euros, por favor.

—Que no, de verdad, que me hace mucha ilusión verte con esa pulsera. Venga, te la pongo... a ver... Oh... qué clara y tierna es tu piel. Qué contraste con la mía ¿verdad? Mira, perfecta te queda la pulsera.

—Pero acéptame el pago, por favor te lo pido.

—Imposible. ¿Como voy a aceptar dinero de un besugo tan amable y hermoso?

—¿Me estás llamando besugo? Pues oye, eso no es un halago precisamente.

—¿El besugo? Es el pez más caro. Dicen que está riquísimo.

—Ya, pero también significa... algo malo, no sé. A ver qué dice el diccionario... “Be-su-go, de-fi-ni-ción”

—Anda, se lo preguntas al móvil. Cómo mola.

—Mira. Te leo: Según la RAE, besugo es un “pez teleósteo marino, acantopterigio, de color rosáceo, generalmente con una mancha negra en la zona de las aletas pectorales, ojos grandes y cuya carne es muy apreciada”.

—Eso es. Justamente lo que yo te digo: tus ojos son grandes y bellísimos, bien abiertos para descubrirlo todo; tu carne rosácea, preciosa. Sólo me quedaría por averiguar si en tus pectorales hay una mancha negra, o sea: un lunar, para constatar que eres una auténtica besuga.

—Je, je. Pues probablemente, porque, a pesar de mi piel tan blanca tengo tantos lunares por todos sitios. Mira... ¿ves? en la cara, en los brazos...

—Es verdad, qué maravilla. A mí es que los lunares me encantan; y qué bellos son los tuyos. Yo, con esta piel tan oscura, parezco negro ¿verdad? pero no lo soy, es un lunar, todo yo soy un lunar.

—Ja, ja... Me mondo de risa contigo, oye, con ese corpachón alargado que tienes y esa sonrisa pícara asomando ahí arriba. Si yo soy besugo, tú eres una jirafa simpatiquísima. 

—¿Jirafa...? Qué emoción. Jirafa es lo mejor que me han llamado en toda mi vida.  Gracias, besuga mía. 

—Gracias a ti, jirafo. Bueno, pues ya que no me vendes empanadas, me tendré que ir a ese bar, que tengo hambre y, mira, veo que dejan una mesa libre. ¿A qué hora cerráis hoy los puestos?

—Ya mismo. En cuanto me compren dos sonrisas más, recojo todo y comemos juntos los cuatro.

—Ja, ja. Genial. Pero no caben cuatro, la mesa es pequeña. Mírala, es una mesa sólo para dos: un jirafo y una besuga. 

—Ah sí, sí, es verdad.

—Creo que esto es el comienzo de una buena amistad. Voy pillando la mesa, que no nos la quiten. Hasta ahora. No tardes, jirafo.

—Hasta ahora mismo, preciosa besuga.  ¡A tres euros, a tres! ¡Acérquense y vean! ¡Tengo de todo, oiga: aviones supersónicos, lujosas pateras, vientos del norte, tempestades del sur. ¡Todo a tres! ¡Y sonrisas, las mejores sonrisas a sólo tres euros!


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