Tuesday, 23 March 2021

La Torre de Babel

 

 
 
We are in a moment in American history where two guys —Elon Musk and Jeff Bezos— own more wealth than the bottom 40% of people in this country. That level of greed and inequality is not only immoral. It is unsustainable. Bernie Sanders
 

“Saludos desde Arlington, Virginia. A mi espalda pueden ver esta colosal torre, de más de 130 metros de altura, que a partir de mañana será la nueva sede central de Odiazon. Esta “Torre de Babel”, como ya ha sido bautizada por algunos medios, se trata de un edificio futurista inspirado en una doble hélice, realizado por la firma NBJB Arquitectos y cuya construcción ha costado tres mil millones de dólares. A las doce del mediodía se espera la llegada del director ejecutivo y fundador de la compañía, Jeff Berzos que, junto al resto de miembros del comité de dirección, presentará al mundo su nueva sede.” 

 

—Cambia de gamuza, Marcos, que esa ya no limpia; lo mismo que hago yo ¿no ves? mira este pasamanos cómo reluce, hay que cambiar la gamuza cada tres o cuatro escalones por lo menos.

—Lo que tú digas, jefe, voy a traer unas cuantas cajas, que de tanto ir y venir al almacén se nos echa la hora encima y no terminamos con esta escalera.

—Y como me vuelvas a llamar jefe, te llamaré a ti “pendejo” ¿no lo decís así en tu tierra?

—Sí, je, je, buen acento, jefe. Perdón, Joe, quise decir Joe.


Recuerdo cuando este planeta vagaba perdido entre las tinieblas, desolado e inhóspito. En seis días hubo que ponerlo todo en orden, empezando por separar los mares, la tierra y el firmamento; cada cosa en su sitio. Luego fue maravilloso escuchar el silbido del viento en las colinas; ver brotar las primeras hierbas en las praderas...


“La inauguración de esta nueva sede ha creado la máxima expectación, dadas sus peculiaridades arquitectónicas que se han ido desvelando, como las terrazas arboladas en forma espirales ascendentes, arquitectura biofílica se denomina, que funde la naturaleza con el acero y el cristal. La presentación será retransmitida para todo el mundo por Odiazon Prime, la plataforma de medios filial de la compañía, que se ha reservado los derechos en exclusiva. A los demás medios acreditados sólo se nos permitirá el acceso una vez concluido el acto inaugural, que será cuando se lleve a cabo un tour guiado recorriendo el edificio y que podrán ustedes presenciar en directo aquí en la CNN, su cadena favorita. No se pierdan este tour, cuyo comienzo está previsto hacia las 14:30 EST (Horario Estándar del Este).


La vida se extendió a todos los rincones, y con ella fue aumentando la belleza del planeta, poco a poco, milenio a milenio. Pero últimamente noto muchos cambios. Me preocupan sobre todo los humanos, que alteran el orden natural y lo están destrozando todo.


—¿Qué tal tus hijos, Marcos? ¿Siguen en Baltimore?

—Sí, los vemos poco, la verdad. Pero están bien con sus abuelos. Aunque... a mí me preocupa mi Rubén. La pequeña no, Camila es lista y muy buena estudiante; pero Rubén es un poco despistado, no sé... no le veo yo que salga para adelante.

—Pásame otra gamuza, Marcos, porfa. Rubén estaba de repartidor ¿no? 

—Estaba, dices bien, porque ya no, lo han echado de mala manera.

—No jodas.

—Sí, estos de Odiazon precisamente, llevaba un mes repartiendo con el coche de su abuelo, a toda prisa de un lado a otro, y de pronto le dicen que ya no cuentan con él. 

—Claro, los putos algoritmos de productividad. Son unos cabrones estos de Odiazon. Lo mismo le hicieron a Bill. No sé si te he contado lo de mi hermano Bill.

—No.

—Pues él pidió un préstamo y se compró una furgoneta vieja para poder repartir bultos grandes, llevaba electrodomésticos y de todo. Trabajaba día y noche para poder subsistir, porque les pagan  catorce dólares por hora, teniendo que poner ellos la gasolina y todos los gastos, el mantenimiento del vehículo, etc. Una puta mierda. No le llegaba ni para comer. Y trabajan como autónomos, o sea sin contrato, sin seguro médico, sin desempleo, ni derecho a ningún tipo de prestación social. Pues, a pesar de currar como un esclavo, a los tres meses le dejaron de pasar encargos, diciéndole que había otros que lo hacían más rápido y mejor. Les ponen una aplicación en el móvil y los tienen absolutamente controlados, minuto a minuto, con los datos de cada recorrido, de cada entrega; y luego usan unos algoritmos, que así los llaman, para medir la productividad. Sólo los más pringaos pueden seguir, con los demás no cuentan. El pobre está hundido en la miseria, con una depresión bestial. Estoy intentando meterlo también a limpiar, a ver si lo consigo, porque si no... Y todo por culpa de esta puta empresa a la que estamos aquí tú y yo dejando relucientes los escalones de mármol. Me dan unas ganas de... ¡destrozarlo todo, hostias! 

—Por Dios, Joe, no digas eso. Y ten cuidado que está entrando gente, mira, nos pueden oír. Ya verás como todo se arregla; encontrará un buen curro; y ahora con tu tocayo Joe Biden en la Casa Blanca seguro que todo mejorará, si Dios quiere.


“...Y damos las gracias por la información a nuestro corresponsal destacado en la nueva sede de Odiazon, a la que volveremos en unos minutos, tras la pausa para publicidad. 

¿No está satisfecho con el rendimiento de sus inversiones? Confíe en Agencia Financiera Global. Tendrá a su disposición el mejor grupo de expertos para asesorarle. Le garantizamos el máximo beneficio...”


Pero ¿habéis perdido el juicio? ¿Acaso os di cerebro sólo para albergar cifras y más cifras de cuentas corrientes? ¿Os di manos para convertirlo todo en mierda plastificada?

 

—Ese escalón está lleno de manchas, Marcos ¿cómo no te das cuenta?

—Que no Joe, no son manchas, es el propio material que es así, míralo de cerca.

—Tú qué coño vas a saber, en tu país no habéis visto mármoles de estos en toda vuestra vida; quita, joder, verás si sale frotando como es debido...


“Mientras tanto tenemos con nosotros a William Brown director ejecutivo de Prime-Live.

—Señor Brown: ¿Qué niveles de audiencia prevén ustedes para esta tan esperada retransmisión?

—Pues fíjese usted, faltan aún seis horas para el comienzo del acto y ya tenemos, en el previo, a más de doscientos millones de espectadores conectados. En el transcurso de la semana el número de suscriptores al canal de Prime-Live se ha triplicado. Va a ser sin duda el acontecimiento del año.

—Y dígame ¿no les preocupa que tal demanda pueda sobrepasar la capacidad de sus servidores de internet, como ha sucedido ya en ocasiones similares?

—En absoluto, la capacidad de nuestros...”


—Yo apenas le puedo ayudar porque, ya sabes, me metí en el lío del apartamento y estoy pagando el crédito de la entrada y la hipoteca a la vez, eso es lo jodido, pero sólo al principio, los diez primeros años, luego ya me quedará la hipoteca nada más. Pues oye no salen las putas manchas, vas a tener razón...

—O sea que... el préstamo y la hipoteca, claro, pero... ¿qué es exactamente la hipoteca, Joe?

—Joder Marcos ¿cómo no vas a saber lo que es una hipoteca? Porque te aprecio ¿eh? que si no te mandaba a tomar por culo y le ibas a vacilar a otro. En fin, vamos a probar con disolvente, esto con disolvente sale, como que me llamo Joe.


“Señoras y señores: en estos momentos accede al recinto el presidente de la compañía y fundador de la misma Jeff Berzos, que, como todos ustedes sabrán, es el hombre más rico del planeta; se le calcula una fortuna de más de ciento noventa mil millones de dólares, algo mayor que la de Elon Musk, poseedor de la segunda mayor fortuna. Para que se hagan una idea de lo que significan esas cifras, les diremos que estos dos magnates acumulan más patrimonio que la suma de los 120 millones de personas más pobres de este país, o sea del 40% de su población.


Os advertí en su día que no convirtierais esto en un feudo de mercaderes sin escrúpulos.


—Pero ¿qué traes, Marcos?

—El disolvente, que sólo había latas de cinco litros, y no sabes lo que me ha costado abrirla.


"Entre las muchas empresas de su propiedad se encuentra la compañía aeroespacial Blue Origin, que ya tiene previstos sus primeros vuelos de turismo espacial para el año 2028". Pero también es famosa su colección de mansiones. Las lujosas viviendas para uso privado de este magnate se valoran en más de 500 millones de dólares,  ubicadas en Beverly Hills, Seattle, West Texas, Washington, DC y Nueva York."


—¡Cuidado, Joe!

—¡Hostias...! ¡Joder, qué leche me he dado! Pero ¿por qué dejas la lata ahí en medio, Marcos? ¡mira cómo lo hemos puesto todo!

—¿Te has hecho daño, Joe?

—Me cago en dios... se ha caído enterito por el hueco de la escalera. Se habrá puesto todo perdido de disolvente...

—Tranquilo Joe, venga, recojámoslo pronto.

—La hemos cagado, Marcos. La hemos cagado bien. Mira las cortinas. A quién cojones se le ocurre colgar aquí unas cortinas tan largas... ¡la hostia puta, están empapadas! ¿Qué vamos a hacer?

—Rápido Joe, limpiemos por lo menos el suelo.

—Vale. ¿Cómo? ¿Has oído, Marcos? Dicen que nos vayamos. No quieren que sigamos limpiando. Pues estupendo, oye. Jornada cortita hoy. Me fumo un cigarrito, como está mandao, y nos vamos ¿Vale?


No os queda ni un ápice de cordura. ¿Hasta dónde llega vuestra avaricia? ¡Basta ya! Habéis colmado mi paciencia.


—¡Eh, Joe! ¡Mira, se ha prendido la cortina! Es que has tirado la cerilla aún encendida, justo debajo de ella. ¡Por Dios, cómo arde! Corre. Tiene que haber un extintor por aquí, rápido.

—No, no, déjalo, Marcos. Vámonos pitando. Salgamos de aquí, pero con disimulo ¿eh?


“ Atención, porque llega a nuestra redacción una noticia de última hora de la que pasamos a informarles: Al parecer, se ha producido un incendio en la nueva sede de Odiazon. Sólo unas horas antes de empezar la ceremonia de inauguración el colosal edificio arde en llamas." 

 

¡A la pira vuestra codicia! ¡vuestra insolidaridad!


“Llegan en este momento varios camiones de bomberos. El presidente y el resto de personas que se encontraban en el edificio han tenido que ser evacuadas urgentemente. Por el momento no tenemos más información, estamos a la espera de...”


Este verano ni un solo bosque arderá, sólo los símbolos de vuestro egoísmo, los baluartes de vuestra avaricia, esos serán esta vez el pasto de las llamas.


“Interrumpimos de nuevo la programación para informarles de una, o mejor dicho, de varias noticias de gran alcance: El mundo entero no sale de su asombro, pues al incendio de la nueva sede de Odiazon, del cual les venimos informando, hay que sumar otros dos que, al parecer, se han producido de forma simultánea en la ciudad de Washington, uno en la sede del Banco Mundial y el segundo en la del Fondo Monetario Internacional. Tanto en uno como en otro caso se desconocen las causas que pudieran haberlos provocado, pero todo apunta a que pueda tratarse de accidentes fortuitos.”


Qué hermoso resplandor proyecta hacia el cielo este fuego justiciero.


—¡No se puede respirar, corre, Joe!

—¡Aguanta la respiración y sígueme! Que por aquí se sale directamente a la calle.


“... Y son ya más de cien las sedes de grandes empresas y entidades bancarias que arden por todo el mundo, en un fenómeno absolutamente inexplicable...”


Para completar el espectáculo asomaré mi rostro entre las nubes y os advertiré que se trata de un merecido castigo.


—¡¡Dios, ayúdame!! ¡¡Por favor, Diooos!!

—¿Qué te pasa Marcos? Tranquilo, tranquilo, mi amor.

—¡Ay, ay! Qué susto, por Dios. Estaba soñando. He tenido una pesadilla terrible.

—Vaya, pues tranquilo, cariño. Pobre mío; ya te veía yo que no parabas de revolverte en la cama. Dime, dime ¿recuerdas qué sucedía en el sueño?

—Se aparecía Dios entre las nubes, con su barba blanca. Nos iba a castigar a todos. Yo le quería pedir clemencia, pero no era capaz de hablar, no me salía la voz.

—Tú siempre con Dios a cuestas, ay, Marcos, qué pesadez. Dios es sólo una leyenda, mi amor, no existe. Todas las religiones han sido siempre pura ficción; y de la mala, la peor ficción. Ahora los dioses todopoderosos son otros, como ese gilipollas de Odiazon, ese sí que no es un personaje de ficción, no, sino una cruel realidad.


“Conectamos de nuevo con nuestro corresponsal en Arlington, Jim Gordon.

—Hola Jim ¿Qué tal? ¿Todo previsto para la inauguración?

—Efectivamente, todo a punto. Cuando faltan aún cinco horas para que dé comienzo la ceremonia de inauguración de esta nueva sede, la expectación de todos los medios aquí destacados es enorme"


—Amanda, bonita ¿cómo tienes puesta la tele a estas horas?

        —La puse pero bajito, cariño, para no despertarte. Es que van a poner lo de la torre de Babel. A ver si sales tú por ahí limpiando. 

        —Pues he debido mezclar las noticias de la tele con mi sueño. ¡Anda, son las 6! Olvidé poner el         despertador, es tardísimo. Me voy pitando, preciosa. Esta tarde hablamos con los niños ¿vale?

 —Sí, sí. Corre, Marcos, que el gilipollas ese tiene que inaugurar su edificio; límpiaselo bien. Y luego lo escupes ¿eh? le echas un buen escupitajo de mi parte.   Pero... ¿qué buscas, mi amor?

—¿Dónde puede haber cerillas?

—En la cocina, el segundo cajón. ¿Qué pasa? ¿has vuelto a fumar o qué?

—No, no. Es para Joe, mi jefe, que a veces se le olvidan y me pide fuego. Oye, te tengo que presentar a Joe, es una magnífica persona. Pues hala. Un beso, preciosa. Hasta luego.


___________________


Enlaces a algunas fuentes de información que inspiran el relato:


La torre de Babel de Odiazon

Bernie Sanders sobre Bezos

El engañoso señuelo

Las mansiones de Bezos

Vigilancia biométrica
 


 

Wednesday, 3 March 2021

Porque hoy es sábado

 Porque hoy es sábado

 


   Fue en esta misma terraza, frente al embarcadero. Desde el estanque llegaban las grandes risotadas de un grupo de adolescentes jugando a salpicarse agua con los remos de sus barquitas de alquiler. Y fue en esta misma mesa donde yo leía entusiasmada aquel “Rayuela” que tanto iba a influir en mi vida. Tú te sentaste en la mesa de al lado. Sacaste tu bloc de viaje, un dinA4 con tapas verdes —es increíble que recuerde incluso el color, como si lo estuviera viendo, Y pasaron diez minutos hasta que llegó el camarero. “Me trae otro café por favor”, le dije. “Y a mí una caña, si es tan amable” le pediste desde tu mesa. Nuestros horarios en cuestión de bebidas y comidas siempre han sido distintos. Pasaron otros diez minutos. Yo sólo de reojo me atrevía a observarte. Garabateabas con lápices de múltiples colores y añadías algún texto entre ellos. Me costaba resistir la tentación de averiguar qué dibujabas. Fue al volver del servicio cuando le eché valor y me acerqué a ti. “Perdona mi curiosidad. Es que te veo dibujar, y como estudio Bellas Artes...”. Cualquier disculpa hubiera sido buena, porque tu reacción fue clara, mostrando interés por mí “Y tú ¿leyendo a Cortazar? Me encanta Rayuela. Es un rompecabezas exquisito que puede montarse en cualquier orden. Dime ¿tú por dónde has empezado a leerlo?” Nos reímos. Me invitaste a sentarme “Pues venga, te enseño mis dibujos, claro que sí”. Te admiré desde el primer momento. No había pasado media hora y ya veía en ti a Horacio. Pero la seducción absoluta llegó cuando, en un zoom lento, acercaste tu cara a la mía observando mis labios cual prohibido manjar. Tu deseo me inundó, quedé cautiva. Entonces fue cuando dijiste: “Qué lastima...” —hubo una pausa estratégica de un par de segundos antes de continuar— “Qué lástima no tener treinta años menos para tirarte los tejos”. Me reí. Como quien descubre un tesoro me reí sin mesura. Y te deseé, desde aquel instante preciso te deseé a lo bestia. Yo tenía veintidos, tú sesenta y uno. No había leído “Lolita” pero me había convertido en ella sin saberlo. Tú eras el Robert Redford que susurraba a los caballos, con cuyas imágenes solía masturbarme. Pero eras también algo más, a partir de aquel momento eras mi Horacio; y lo has seguido siendo durante estos diez años colmados de dramas y comedias que llevamos sobre nuestras espaldas.

   Ya llega.  Su perfil aparece en el mismo sendero que la primera vez, pero más encorvado por los años.  Su figura se deliza rodeando el estanque, con la misma elegancia, cl mismo sombrero estilo Redford. Como cada sábado por la mañana, él puntualmente llega. Y me doy cuenta de que estoy diciendo “llega”, en tercera persona. Ya no eres tú, es él quien llega. Las barcas enmudecen esta vez. Ninguna risa; sólo un viento se escucha zigzagueando tenaz entre las ramas de los árboles. Tras el café iremos dando un paseo a su apartamento. Porque hoy es sábado; y como cada sábado mi marido va a jugar al futbol y despues come con sus amigos de siempre. Yo he traído mi cuaderno para dibujar y escribir mientras le espero, aunque esté oficialmente de museos, como cada sábado. Cada sábado la vida abre un escueto paréntesis. Me he vestido a su gusto porque hoy es sábado. Y ahora esbozo una sonrisa a su gusto, porque... porque ya está aquí.

   —¿Has hablado con tu marido?  Joder, aún no ha terminado de sentarse y ya ataca por donde más duele. Sabía que me haría esa pregunta, pero no imaginaba que la planteara así, como un tiro a bocajarro.

   —Pues verás, es que no resulta fácil... —hago una pausa en mi contestación y disimulo dando un nuevo trago al café—  Vaya, qué amargo les ha salido hoy  —me quedo en silencio intentando encontrar la forma de reconducir la conversación.

   —Pero ¿lo has intentado? —él insiste.

   —Es que no encuentro ocasión, porque... ya sabes, sigue con la misma actitud, no quiere enfrentarse a la realidad, se evade con cualquier excusa, esconde su cabeza debajo del ala como las perdices. Y yo no sé hacer el papel de cazadora, lo siento, no me sale. —al decir esto me atrevo por fin a mirarle a la cara— La verdad es que...

La frase se interrumpe sola sin poder evitarlo. Ha sido mirarle y entrar en shock. Mi boca se ha paralizado sin previo aviso. Se le ve hundido. No le reconozco, ya no queda nada de Horacio en él.  Menos mal que llega el camarero.

   —¿Qué otra cosita tomarán los señores? —es el mismo de entonces. El mismo tono de voz desgarrado pero amable. Por él no han pasado los años. Por nosotros sí.

   —Yo nada, gracias. —contesta él mientras se levanta. Ya de pie, orienta su mirada hacia mí y continúa:— Perdón, es que me tengo que ir.

Se va. Hostias. Sin más despedida que esa, se va.

   —Y usted ¿otro cafetito? —el camarero se queda a la espera de mi contestación.

   —Sí, otro cafetito me tomaré, con dos de azúcar esta vez, por favor.

   —Pues marchando otro café —recoge mi taza en su bandeja y aprovecha para pasar el paño por toda la mesa. La ha dejado bien limpia. Ya se escucha cierta algarabía desde el estanque; son voces infantiles. El viento amaina y es ahora el sol quien se cuela entre los árboles.

 

___________________

 Vinicius de Moraes "porque hoy es sábado"  https://youtu.be/MpuK7FN1XUs





Tuesday, 2 March 2021

En el balcón

(intro)

  Durante la lectura anterior, Antonio B se había ausentado momentaneamente de la reunión virtual, desapareciendo de su ventanita en la pantalla; al rato volvió con la mascarilla puesta y en compañía de un niño de unos cuatro o cinco años que, con mucha atención, se puso a escuchar la historia que se contaba. Al terminar, la reina Josep se dirigió a él:
  —Hola, hola, mozalbete ¿Qué tal? ¿Te ha gustado el cuento? —el niño no se percataba de que la pregunta iba dirigida a él, por lo que fue Antonio B quien respondió:
  —Mucho ¿verdad que sí?  Es el menor de mis nietos —dijo presentándolo— En su clase ha habido dos positivos por coronavirus y los han enviado a todos a sus casas confinados por diez días. A todos menos a algunos que, como veis, son sus abuelos quienes los tenemos aquí de internos. 
  —Ojú, pero qué abuso ¿no? ¿y sus papás?  —preguntó Nacho.
  —Tienen que currar —contestó Antonio— Y que los cuide una babysitter no es una opción recomendable, sería otra fuente más de posible contagio. Total que les han hecho una PCR a él y a su hermano, que han salido negativas, y aquí están los pobres con sus abuelos, todos enmascarillados. 
  —Pero bueno ¡Qué abuso! ¡Tremendo! —se oyeron coincidiendo varias voces.
Aquello dio pie a un acalorado debate sobre el asunto con opiniones de lo más variadas, que fue subiendo de tono hasta que Josep llamó al orden:
  —Por favor, queridos bremenautas: mantengamos la calma y el decoro, que hay niños.
Pero Antonio B, que había puesto en mute su micrófono, debió convencer al niño para que se fuera a la cama y este se despidió con un "Adióooos" insonoro y agitando su mano. 
La reina de la jornada consiguió entonces reanudar la sesión diciendo:
  —Venga, pues liberado  ya de tus "obligaciones", je, je —entrecomilló con el gesto de dos dedos de cada mano, estimado Antonio: te toca ser el siguiente narrador.
Sin más preámbulo, Antonio B compartió en pantalla completa su texto, repartió los personajes: "Ana será Eva, Carlos su marido viajero y Nacho el amante; yo haré de geranio".  y comenzaron a leer.


En el balcón

  Estás preciosa. El sol irrumpe en nuestro balcón; sus primeros rayos, muy oblicuos, realzan el color de tus pétalos. Jamás he visto un rojo tan intenso. Tus hojas se desperezan y su aroma dulce me inunda, me envuelve con ternura seduciéndome hasta las raíces. Estás tan cerca... Apenas un centímetro me falta por crecer para tocarte. Mira los capullos de mi rama más próxima a ti: están temblando de impaciencia por abrir y acariciarte. Y gozoso percibo cómo también tú creces y te acercas lentamente hacia mí. Día tras día nos estiramos ansiosos el uno hacia el otro.

  (Brrr, brrrr)

  Llevamos toda la primavera esperando. Mañana, seguro que mañana nos tocaremos por primera vez, será un momento mágico.
¿Has visto con qué envidia me miran los otros geranios? Lo siento, sí, ya sé que nos trajeron a todos a la vez; estábamos desorientados ahí en el suelo, cada uno en su tiesto; después nos fueron colocando uno a uno, sumisos, colgados en fila a lo largo de la barandilla, y... ¿qué le vais a hacer, compañeros? fui yo, sólo yo, quien tuvo la enorme fortuna: aquí estoy, justo al lado de la petunia más hermosa del mundo.

  (Brrr, brrrr)

   ¿Qué es eso, Eva?

   Mm... ¿qué?

  Ese ruidito en la cocina ¿no lo has oído?

   Mm... no

  (Brrrrr, brrrrrrrr)

   Ah sí, es... es el telefonillo, el del portal. Me cago en...

   Pero... ¿qué haces? No te levantes, mujer, sigue durmiendo.

  Horror, abren el balcón. Se acabó la tranquilidad, mira, ya sale esta gilipollas; qué raro, con lo temprano que es. Espero que no se le ocurra olernos, no me gusta nada, con esa nariz chata y medio atrofiada que tiene; y menos aún que te ande manoseando, como hizo ayer, no lo soporto. Bueno, por ahora no, sólo se asoma a la calle, muy sigilosa, eso sí. Vaya, nos está utilizando para esconder su mirada. Ya se mete, menos mal.

   ¡Hostias, ha vuelto! Pero hoy... ¿qué día es hoy?

  —Ni idea. Oye… no se te ocurra contestar ¿eh? Déjale que llame todo lo que quiera. Tú no estás en casa y punto.

  No lo entiendo, pero si me había puesto una alarma en el móvil para que me avisara el día anterior a su llegada. Te juro que estaba todo perfectamente planificado. Míralo... Ah no, hostias, lo puse la semana que viene.
 
Pues no pasa nada. Sigue durmiendo, mujer; pero la próxima vez hay que mejorar esa planificación ¿eh?

 ¿Y por qué no ha entrado directamente? Ah, claro, se olvidó aquí las llaves; siempre le pasa.

 Mira qué suerte tener un marido despistado, ¿eh? nos ha evitado un sobresalto mayor. No le des más vueltas: a dormir.

  Poco a poco se eleva el sol, su energía penetra en nuestras hojas haciendo de cada instante un deleite profundo. Voy a concentrarme de nuevo en tu aroma, aunque... es difícil porque la muy estúpida se ha dejado la puerta abierta y se percibe el olor a humano de ahí adentro, qué asco.

  (Brrrr, brrrr; brrrrr, brrrrrrrr)

   Ay, qué desastre, por dios.

  Pero qué insistencia más absurda, coño. ¿No ve que no estás? ¿Quién se ha creído que es? Va a despertar a todo el vecindario. Que no, mujer, que no te levantes.

  Ssss… Calla. Estate callado un momento, por favor te
 lo pido, que no se te oiga en absoluto.

  Me parece absurdo, pero tú sabrás lo que haces. Venga, me callo.

  Hola ¿quién es?

   (—Eva ¿qué pasa? Ábreme, que no encuentro la llave.)

   Ah, hola. Oye, espera que ya bajo.

  
  (—¿Cómo que ya bajas? Ábreme, joder, no me tengas aquí plantado con la maleta…)

  
No, no... que ya estaba bajando porque aquí no hay nada de desayuno, ni siquiera café. Espera que ya bajo.

  ¿Qué te estaba diciendo? Pues no me acuerdo, con este efluvio insoportable a sudor humano que sale de la habitación... Ah, sí: recordaba el día que nos trajeron del vivero; tú estabas ya colgada en la barandilla y todos te miramos perplejos ¿qué hace una pobre petunia sola en este balcón de un quinto piso? Eras muy joven entonces, pero ya emanabas este delicioso perfume tan especial, tan característico tuyo. A los pocos días empezaste a erguir tus flores, feliz de sentirte acompañada.

  Me bajo corriendo, pero tú no te muevas ¿eh? Por favor quédate ahí quietecito.

 Vale, mujer, vale. 

  Te esperas un rato y en cinco minutos sales ¿de acuerdo?

 Lo que tú digas, Eva. Pero esto es un sinvivir. Hay que resolverlo ya, joder. Tienes que aclararle la situación. Y él tendrá que afrontar las cosas como son ¿no?
 
   —Sí, no te preocupes. Mira, tiene otro viaje la semana que viene, y debe ser largo. Ya te llamo en cuanto sepa y planificamos. Venga, adiós.

  Ya, ya: tú y tus planificaciones. Como para fiarse, vamos... Adiós, Eva. Cuídate mucho. Y llámame pronto.

  Mis capullos revientan exultantes. Será hoy, seguro. Cada instante menguan los pocos milímetros que aún nos separan. No habrá que esperar a mañana, será hoy nuestro primer beso.
¿Eh...? Vaya, ahora es este tipo apestoso quien viene a fastidiar, precisamente ahora. ¿Qué se le habrá perdido en el balcón? No irás a manosearnos ¿verdad, imbécil?
Vale, pues asómate tú también si quieres, pero ni se te ocurra rozarnos.

  Ese cretino de mierda... Estoy hasta los huevos ya de esta situación.

  ¡Eh! ¿Pero qué haces? La petunia no, por favor ¡No la toques! Cógeme a mí si quieres. ¡No! A ella no, te lo suplico ¡Eh! ¡No la tires!  ¡Noooooo!
¡¡Hijo de la gran puta!!




_________________________________________