Tuesday, 7 March 2023

Qué mal nos lo hemos montado los humanos


 


 Estaos quietos de una vez, por favor, me tenéis harto ya con tanto zarandeo ¿No veis que somos demasiados para dormir en una rama tan débil? ¿Por qué no os vais alguno a otro árbol? venga. Acordaos que fui yo el primero en llegar ¿eh? y os he ido permitiendo que os pusierais aquí a mi lado, uno tras otro; porque en una noche tan mala, nevando todo el rato como está, hay que ser solidario, está claro, y compartir los pocos sitios resguardados disponibles, pero es que entre todos me habéis ido empujando hacia el extremo, capullos, y mirad lo inclinado que está esto. Desde luego con vosotros no se puede ser bueno. Es exactamente lo mismo que me hacéis en la oficina, joder, que me he dejado media vida ayudándoos, enseñándoos todo lo que sabéis, me he partido el pecho por vosotros y ahora me arrinconáis, me margináis sin piedad. Queréis que me vaya a una sucursal de provincias y que me den por culo, eso es lo que queréis ¿verdad? Pues no, no me da la gana, que en las ramas de afuera la nieve se cuela mucho más y te mueres de frio. Os largáis vosotros, venga, que ya me estoy resbalando, qué... ¿Cómo que no queréis? Sois unos hijos de puta. Os voy a moler a picotazos, pedazo de cabrones, malos pájaros. Pero... joder ¿qué me pasa? No puedo; no puedo moverme. Me pesan tanto las patas, las... piernas. ¡Dios, me he quedado paralítico!

  Buff, qué horror. Qué pesadilla más mala. Sucedía algo con unos pájaros, pero apenas lo recuerdo. Debo tranquilizarme, no pasa nada; y es aún de noche, hay que seguir durmiendo, venga. Mi corazón se ralentiza poco a poco, parece que ya se acomoda a su ritmo normal. Debería abrigarme más, hace frío; pero no me apetece levantarme. ¿Qué hago, me levanto a por otra manta? No, tal vez no valga la pena, me desvelaría totalmente. Voy a probar a darme la vuelta hacia el otro lado. Eso es, metiendo los brazos y acurrucándome un poco más; así. En la calle debe hacer un frío que pela; tal vez esté incluso nevando. Pobres pájaros; espero que todos encuentren buen refugio, porque en este barrio hay pocos árboles de hoja perenne. Tal vez sea mejor irse al parque, eso es, allí están los ficus, que son tan abrigaditos, aunque hay pocos y suelen estar petados las noches como esta; pero bueno, tal vez en los magnolios encontremos sitio, sí, hay bastantes y son muy socorridos; porque yo desde luego paso de las coníferas, para dormir son incomodísimas. Venga, no le demos más vueltas, vamos al parque. El informe trimestral lo dejo para mañana. Esperadme, que vamos todos juntos. Yo creo que por un día de retraso tampoco le pasa nada al director, que se joda, siempre lo pide todo “con suma urgencia”, es un caga-prisas y un gilipollas. Un momento, que ya mismo voy. ¿Eh? No sé qué coño me pasa, no puedo estirar las alas. Esperadme, por favor, no me dejéis aquí solo con el frio que hace. ¡Nos os vayáis, cabrones! ¡Esperadme, joder...! ¿Pero qué pasa? ¿Qué es esa alarma que suena? ¡Ay, por dios! ¡Ay, ay!

  No, esta vez no es ninguna pesadilla, qué va, es el puto despertador quien irrumpe desabrido, como cada mañana. Pero ¿cuánto tiempo llevará sonando? ¿qué hora será? He dormido fatal, joder. Bostezaré, eso es, estirando bien brazos y piernas, arqueando la espalda. De alguna forma tendré que despabilar cada parte de mi cuerpo, maltrecho y perdido aquí en este desierto de cama. Ahora toca abrir los ojos, no hay más remedio. Allá voy... Sí, debe ser de día. La luz se cuela por algunas rendijas formando cinco o seis líneas difusas que proyectan sobre la pared otros tantos renglones vacíos, renglones en blanco. El día está por escribir, lo mismo que el puto informe trimestral. Ahora todo depende de mi exigua voluntad. Vamos, habrá que intentarlo. A ver... Voy a abrir la ventana, a ver si así me despierto del todo. Pues, vaya, no hace tanto frio. Hay varios pájaros alineados todos en la misma rama del árbol, justo enfrente de mí. Qué curioso, parece que me observan con atención. ¿Qué pasa, no os asusto? ¿Y si tuviera una escopeta de caza? ¿eh? ¡Pum, pum! Pero bueno ¿es que no os da miedo nada? Oye ¿qué descaro es ese con el que me miráis...? ¿y qué demonios cuchicheáis con tanto pio pio? Es increíble, el del extremo me guiña un ojo con toda desvergüenza. Ya comprendo, sí, os burláis de mí. Soy un pringao ¿verdad? Vosotros ya tenéis el buche lleno a estas horas; mientras que yo apenas tendré tiempo de engullir a toda prisa un miserable café en el bar de la esquina y salir pitando hacia el metro, allí me sumergiré apestado durante trece estaciones hasta llegar a la oficina. Una mierda, una puta mierda. Son ya menos veinte, me cago en dios, otra vez llegaré tardísimo, y llevo tres días seguidos así. ¿Qué disculpa me toca hoy? Decidme, venga, decidme vosotros que tenéis el día resuelto ¿qué cuento yo hoy en la oficina? Ah, os encogéis de hombros ¿no? Je, je. Pero qué lindos sois. Parece que os diera pena verme. “Mira, un humano dentro de su jaula, aún medio dormido y ya está estresado”. Tengo que vestirme a toda mecha. Hoy no hay ni ducha ni nada, abro directamente el armario a ver que coño me pongo. Sí, sí, vosotros seguid piando. La verdad es que me dais una tremenda envidia, joder, se os ve tan libres. Qué mal, pero qué mal nos lo hemos montado los humanos. Ahora iréis al parque tan a gusto, a picotear por ahí, sin prisa alguna. ¿Cómo? Ah, que me invitáis a acompañaros. Qué majos sois, muchísimas gracias. Pues estupendo, venga, hoy no voy a currar, se ha acabado. En el parque pensaré alguna excusa para justificar mi ausencia, tal vez allí encuentre el sentido a  esta vida tan absurda. Aunque la verdad es que... no tengo mucha certeza de nada ¿sabéis? Porque el despertador ha sonado, de eso estoy seguro; ahora mismo yo juraría estar despierto, pero no me fio, puedo haberme quedado dormido otra vez. Sí ya voy. Perdonad mi indecisión pero es que... mirando hacia abajo... buff, esto en un tercer piso, podría darme una buena hostia. Pero venga, no le doy más vueltas; es evidente que todo es real, aquí estoy, charlando con vosotros tan a gusto. Venga, nos vamos al parque. ¿Y para qué había abierto yo el armario? No recuerdo. Es absurdo vestirse. Portando ya este lustroso plumaje no necesito ropa. ¡Qué gusto! Un repentino optimismo me invade. Con sumo placer extiendo mis alas al salir por la ventana. Y ya vuelo...