Tuesday, 8 December 2020

Crónica de una esclavitud anunciada

 

Crónica de una esclavitud anunciada  

 (Tecnologías de la Información)


"Antes era Dios quien lo sabía todo sobre nosotros, ahora es Google. El problema es que Google sí existe”. 

Al tener la boca enmascarillada, son sus cejas las que hablan; algo despobladas ya por la edad, suben y bajan, se inclinan a un lado y otro como marco movedizo de unos ojos desorbitados que se clavan  en los míos. Se explaya en cada contestación. Añade anécdotas una tras otra; a veces se arrepiente de alguna “No, perdona, eso no lo pongas, que no viene al caso”. Es difícil conseguir que se centre en lo preguntado, pero resulta peor cortarle y dejar su discurso a medias, pues vuelve al tema reiteradamente en las preguntas siguientes. Antonio B —así le llamaremos porque no desea que se le identifique— es un jubilado del sector de las Tecnologías de la Información; ese sector, IT en sus siglas anglófilas, qué tanto ha cambiado la sociedad y afectado a nuestras vidas. De todas las personas y fuentes consultadas para este artículo, él es quien manifiesta más pesimismo. Así transcurrió la entrevista:

El crecimiento de la industria de IT, así como de su importancia estratégica, ha sido el más acelerado y trepidante de la historia ¿Cómo se ha vivido, desde dentro, la evolución en este sector?

Pues con mucha ilusión al principio; bastante vértigo después; y ahora con decepción, o más bien frustración diría yo. Quién iba a decirnos que aquella industria innovadora, la que hace sólo cuarenta años nos sorprendía liberándonos de los trabajos mas arduos y tediosos, simplificando la burocracia en las oficinas, en las fábricas, tanto en empresas privadas como en las administraciones públicas; quién iba a imaginar, decía, que aquel sector tan prometedor acabaría alcanzando el enorme poder que ahora ostenta y la forma cruel en la que lo ejerce. Lejos de sus objetivos iniciales, la tecnología no ha resuelto ninguno de los problemas endémicos de nuestra sociedad; todo lo contrario, los ha agravado. La injusticia social, por ejemplo; la explotación humana sigue campando a sus anchas en todo el planeta. Estamos, sin duda, inmersos en un nuevo modelo: el Feudalismo Tecnológico.

Pero el modelo no parece tan nuevo. Marx ya lo visionó así desde la primera industrialización ¿no cree usted?

Puede parecerlo. Continúa habiendo una explotación del ser humano por el ser humano similar a la sufrida en toda la historia, pero ahora hay una nueva modalidad de esclavitud, menos evidente, menos explícita, añadida de forma subterfugia a la anterior. Gracias a la detallada observación por parte de las grandes compañías tecnológicas de nuestra actividad en las redes: nuestros hábitos, gustos, manías, debilidades y fortalezas, unido a la vigilancia estrecha, el control al que nos vemos sometidos constantemente, vía geolocalización, reconocimiento facial, etc., todo ello permite manejar nuestros comportamientos, inducir los consumos, programar nuestras vidas según los intereses del Capital; estamos a su merced, a su antojo absoluto. Y para el Capital hay un objetivo principal muy por encima de todos: “maximizar el beneficio”; cualquier otro objetivo es meramente ornamental. En ninguna junta de accionistas se cuestiona el “cómo” se maximiza el beneficio, sólo el “cuánto” va a ser ese beneficio y el “cuándo” vamos a obtenerlo. Si los gestores al frente de la empresa arguyen razones ético-legales para limitar o demorar el beneficio, son cesados fulminantemente sustituyéndolos por otros más ambiciosos y con un mejor equipo de abogados.

Siempre se ha acusado a la tecnología de destructora de empleo neto.

Efectivamente. Cualquier implantación de nueva tecnología suele ir acompañada de una reducción de puestos de trabajo. A la hora de “vender” el proyecto se le habla al cliente de los beneficios: el aumento de la competitividad de la empresa gracias a la disminución de costes de producción y de los costes laborales. La alta dirección suele frotarse las manos preguntando a continuación “Y, tras la implantación del proyecto ¿de cuántos trabajadores vamos a poder prescindir sin perjuicio de obtener el mismo beneficio?”. Una vez tomada la decisión, con el contrato listo para su firma, me han llegado a pedir, en voz baja, “Nada de esto debe llegar a oídos de los sindicatos ¿de acuerdo?”.

Como no podría ser menos, el sector de IT, facilitador para los demás sectores de estas nuevas técnicas de explotación, es igualmente cautivo de ellas.

¿En qué momento empezó usted a darse cuenta de que el sector de IT viraba hacia estos derroteros?

Hará unos veinte o veinticinco años. Mi director europeo era entonces un italiano simpatiquísimo, siempre disponible a todos los empleados independientemente del rango, abierto a críticas, buena persona, Pier Carlo se llama —perdone que no diga el apellido— ya está retirado como yo. Una de sus gracias era precisamente cómo describía el cambio en el sector, decía: “Antes, estabas charlando tranquilamente en la barra de un bar y cuando los de alrededor se enteraban de que eras informático, te veías en seguida rodeado de bellas chicas intentando ligar contigo. Ahora, en cambio, tienes que abrirte camino a codazos entre un montón de informáticos para acceder a la barra y poder pedir una cerveza”. Los primeros síntomas llegaron con la masificación. A un sector con profesionales de perfil innovador, entusiastas del progreso tecnológico, ambiciosos en sus perspectivas de futuro pero con buena conciencia social, como Pier Carlo, se fueron incorporando otros perfiles más parecidos al estándar capitalista, o sea: mucha codicia y pocos escrúpulos. Estos nuevos cachorros del Capital escalaron rápido hasta las cúspides de las multinacionales. IT pasó a ser uno más entre los sectores esclavizados.

Y la política ¿qué papel juega? Los poderes públicos, los gobernantes ¿no están teniendo nada que ver en todo esto?

Algo sí, desde luego. Eso varía según las particularidades de cada sociedad, de cada cultura.

En China la nueva esclavitud se aplica sin ningún tipo de limitación. El espíritu crítico es casi inexistente, todos obedecen, cumplen con lo que se les establece sin cuestionarlo. En toda su historia jamás tuvieron nada asimilable o parecido a una democracia. La vigilancia en las ciudades es absoluta, con cámaras en todas las calles y espacios públicos. 

En Estados Unidos sí ha habido tímidos intentos de regular el funcionamiento de sus multinacionales. Obama quiso exigirles la aplicación de las mismas normas, en lo que respecta a derechos humanos, tanto en EEUU como fuera, para todas sus cadenas de producción deslocalizadas hacia países de bajos costes laborales. Pero el Capital, a través de sus lobbies en el Congreso y Senado, se encargó de que todo quedara en agua de borrajas; lo mismo pasó con su Obamacare, que se aprobó muy descafeinado y con el resto de buenas intenciones.

En Europa los lobbies también hacen "su trabajo" con los eurodiputados. Aún así hemos vivido la deslocalización con más resistencia, pero al final se ha llegado al mismo punto. Siempre pongo esta anécdota personal como ejemplo:

  En el año 2009 trabajaba en una multinacional alemana que había empezado a deslocalizar parte de las tareas de desarrollo trasladándolas a la India. Al principio hubo fuerte oposición, incluyendo huelgas, pero se acabó aceptando la pérdida de 2.000 puestos de trabajo mediante un programa de bajas incentivadas. Yo llevaba entonces un proyecto de renovación tecnológica en una gran compañía de transporte española. Habíamos comprometido un plazo de dos años para su ejecución, si se demoraba habría penalizaciones. Para la parte más laboriosa del desarrollo a medida se utilizó, por primera vez desde España, el nuevo Centro de Desarrollo de Bangalore, en India. Transcurrido año y medio el retraso del proyecto era evidente y estaba causado por esos desarrollos, pues las equivocaciones eran continuas, los indios no entendían bien los requerimientos del cliente. Mi enfado con ellos llegó a tal punto que, pidiendo todos los permisos requeridos, obligué al jefe de equipo de aquel desarrollo, de nombre Ranjit, a venir a Madrid para ver directamente y entender de una vez por todas cuáles eran las expectativas de funcionamiento del programa a desarrollar. Desde el aeropuerto, donde me acerqué a recogerlo, fuimos directamente a las oficinas del cliente. Tras una larga sesión, salimos agotados —él más que yo pues acumulaba mucho sueño atrasado—. Lo llevé en coche al hotel, y allí, parados en doble fila frente a la puerta, le dije: “Bueno, pues ya tenemos claro qué es lo que quiere el cliente ¿verdad?. No perdamos ni un minuto más, venga, llama a tu equipo y que se metan con ello ya mismo”. Al oírlo Ranjit se quedó mudo unos segundos, mirándome perplejo, y me contestó “¿Mi equipo...? Mi equipo soy yo”. No podía dar crédito a lo que me decía. Lo que en Europa se hubiera tenido que realizar con al menos cinco o seis personas, allí pretendían que lo llevara a cabo él solo. Por fin comprendí la verdadera causa del retraso. Comprendí mi error al dar por supuesto que las cosas funcionarían igual allí que aquí. Me arrepentí amargamente de haberme quejado de él ante su dirección sin tan siquiera haberle preguntado con qué recursos contaba. Me sentía un desalmado. Lo primero que le dije fue “Perdona, de verdad que lo siento; no me imaginaba que trabajarais de ese modo”. Aparqué y cenamos juntos. Nos contamos mutuamente las vidas. Ranjit se interesaba por todo, era la primera vez que viajaba fuera de India. Ya a los postres, le expliqué que el salario en Europa para un puesto de trabajo similar era cuatro veces mayor que el suyo, a lo que se sumaban una serie de beneficios: coche de compañía, cobertura sanitaria, seguridad social, etc. pero, sobre todo, con un horario de trabajo de 40 horas a la semana y un mes de vacaciones. Él me contó que allí se trabajaba todo el año de lunes a sábado, sin apenas descanso entre jornada y jornada. A lo que yo añadí "Y además bajo la presión y las llamadas recriminatorias de algún desalmado como yo..."

 Tras decir eso, Antonio B se quedó pensativo un buen rato. Era la primera vez que interrumpía su discurso por iniciativa propia, sin tener yo que cortarlo. Dejé pasar unos cuantos segundos más pero él mantenía su vista perdida en el infinito, por lo que decidí intervenir.

—¿Y cómo terminó aquel proyecto? 

...Ah sí. Pues en Bangalore reaccionaron, pusieron más recursos a disposición del proyecto. Conseguimos evitar las penalizaciones. Ranjit vive ahora en Seattle, EEUU, como muchos otros informáticos indios. Algunos de sus antiguos compañeros se suicidaron. Sí, se tiraron por la ventana; seguramente por no conseguir entregar en plazo alguno de sus programas. (ver nota1)

Se entrevé bastante remordimiento en su discurso.

Es verdad. Los que estábamos implicados y seguíamos de cerca el mundo de la Tecnología, podríamos haber ido denunciando los peligros que conllevaba. Pero no, tal vez para mantener el empleo optamos por el silencio. Un silencio cómplice. Igual que en aquella novela de García Márquez, en la que todo el pueblo sabía que uno de los protagonistas iba a ser asesinado, pero nadie hizo nada por evitarlo. La historia tenebrosa de la humanidad no solo la escriben los poderosos despiadados, no, también los ciudadanos de a pie con nuestra pasividad, nuestra inacción, con esa actitud de tragar en silencio lo que ellos dispongan. La nueva esclavitud se preveía, se planificaba desde hace décadas. Estaba claro que alcanzaría, ya ha alcanzado, prácticamente a todos los tipos de puestos de trabajo, en todo el mundo y a todas las clases sociales. Y no sólo en el mundo laboral, también somos esclavos en el poco tiempo de ocio del que disponemos, dedicándolo inconscientemente al consumo inducido. Las nuevas técnicas de explotación humana se han extendido globalmente sin que ninguno de los que lo sabíamos de primera mano hiciéramos nada por evitarlo; es la "crónica de una esclavitud anunciada".

Pues un magnífico título me acabas de dar para este artículo. Gracias, Antonio. —le dije, tuteándole esta vez, no sé por qué— y con esto dimos por finalizada la entrevista y nos despedimos chocando nuestros codos, como ahora corresponde en estos tiempos aciagos de pandemia.


Nota 1.- Why Bangalore is India's suicide capital https://www.rediff.com/news/2008/feb/14spec.htm


Wednesday, 28 October 2020

La casa del indiano

 


La casa del indiano

Llegaron al caer la tarde. Cesar bajó del coche y se acercó a la entrada. Levantó el anclaje de la gran cancela que daba paso al jardín, y tuvo que esforzarse empujándola con fuerza hasta conseguir que girara lentamente sobre sus pernios oxidados. Berta, sentada al volante, lo animaba:

  —Venga, fortachón, que tú puedes.

  Un chirrido acompañó el giro de la cancela sonando desgarrador, como un quejido, que duró varios segundos cambiando de un tono agudo al principio a otro más grave. Él sonrió finalmente, colocándose en el centro del paso para indicarle, con un gesto de ambas manos, que ya podía meter el coche. Ella empezó a aproximar el morro pero al ver la estrechez del acceso bajó la ventanilla y le dijo:

  —Va a entrar muy justo ¿no?

  —Pues sí, un poco justo, mejor déjalo ahí que aún tenemos que ir al pueblo a comprar comida.

  Tras sacar sus bolsas de viaje del maletero, anduvieron cincuenta metros hasta la puerta de la casa. Encontraron la llave en el zaguán detrás del tiesto de la hortensia, tal como les había indicado el dueño en la conversación telefónica que mantuvieron tras hacer la reserva. Era un caserón enorme con dos alturas, aunque solo la planta baja se alquilaba.  Entraron al salón y les asombró, era amplísimo y magníficamente amueblado.

  —Qué preciosidad. Mira esta alacena ella abrió la puerta de celosía para ver la vajilla que contenía.

  —Sí, todos los muebles y objetos son de época, una maravilla respondió él.

  Los dos comentaron que esta vez, por raro que pareciera, las fotos de Airbnb sí se ajustaban a la realidad. Techos altos de vigas vistas; en las paredes oleos de buena factura, como paisajes, varios retratos y un bodegón; en la del fondo, bajo la escalera de acceso a la planta superior, una curiosa colección de máscaras de carnaval. De ahí, un pasillo daba primero acceso al cuarto de baño, precioso, con una bañera antigua de hierro fundido exquisitamente ornamentada, y al fondo el único dormitorio que había en la planta, pero muy amplio, con cama ancha bajo dosel artesonado.

  Cesar fue abriendo las contraventanas del inmenso salón, cada una con elegantes cortinas de terciopelo a ambos lados; llegó al fondo del salón y ascendió por la escalera hasta una puerta con un letrero que advertía “acceso reservado a la propiedad”. Berta curioseaba en la cocina, que estaba anexa al salón, junto a la entrada, con un enorme fogón, un horno de leña y toda clase de utensilios antiguos colgados por sus paredes.

  —Ven, Cesar, mira qué exposición de cuchillos; hay más de treinta, de todos los tipos imaginable. Aquí ha vivido un carnicero, seguro.

  —Un indiano le contestó él.

  —¿Indiano?

  —Voy. —fue a su encuentro y al llegar a la cocina continuó Lo decía en el anuncio cuando describen la casa. Cuentan que el propietario era un emigrante que, al volver de las Américas forrao de pasta, compró la finca y se construyó esta casa. Indianos se les llamaba a estos ricachones, son de finales del siglo XIX.

  Berta seguía examinando los cuchillos cuando Cesar la abrazó por la espalda. Ella dejó sobre la encimera uno largo de filo de sierra que sostenía, le cogió las manos que acariciaban su cintura y, entornando los ojos, se las llevó a la boca para besarlas.

  —Es alucinante, Cesar, una maravilla de casa. Has tenido muy buen ojo al elegirla.

  —Fue sencillo. Tenía excelentes opiniones de los clientes; y el dueño estuvo amabilísimo cuando le llamé.

  —Ah, y no has visto lo mejor —le dijo ella volviéndose para mirarle de frente.

  —¿Qué? pregunto él.

  —Ven. —cogiéndole la mano volvieron al salón Chan ta ta chan... La chimenea. Mira, está lista para ser encendida, han puesto astillas pequeñas colocadas debajo de los troncos, papel de periódico y hasta cerillas. Me recuerda mucho a la de mis abuelos.

  —Están en todo, qué detallazo —se agachó él Ah, pues hay que encenderla ya mismo.

  —No, déjame a mí, que tú no sabes —se agachó ella también Mira, hacemos una cosa; te acercas al pueblo por algo de comer y yo mientras la enciendo y organizo un poco el equipaje ¿vale?

  —Vamos mejor los dos ¿no? ya la encenderemos después.

 —No, no, mejor ahora, que un espacio tan grande tarda en calentarse. Venga, tráete pan y algún embutido o cualquier cosa que encuentres.

  —Pues vale, sí, que el calorcito nos vendrá bien esta noche. Y buen vino, a ver si encuentro un buen vino, pero me temo que esto debe ser una aldea pequeña. Bueno, pues enseguida vuelvo. Hasta ahora  —se despidió.

  —Hasta ahora respondió Berta al tiempo que encendía la cerilla y la acercaba al papel que acababa de arrugar.

  La leña prendía con viveza. Los primeros chisporroteos se mezclaron con el quejido de la cancela al salir Cesar, ahora empezando en tono grave y terminando en agudo, tras el cual se oyó el choque metálico del cierre. Ambos sonidos se juntaron en la cabeza de Berta, circulando de un pliegue a otro de su cerebro, amortiguándose hasta el silencio.

  Al rato advirtió un nuevo ruido. Un lento “cling... cling...” se repetía todo el rato. Parecía salir de la cocina. Se acercó y efectivamente, era un goteo del fregadero. Apretó con fuerza los dos grifos pero las gotas seguían cayendo sobre el filtro cromado del desagüe, “cling...” cada tres o cuatro segundos, cling...”, así que lo dejó y volvió al salón. Cogiendo las dos bolsas de viaje se dirigió con ellas al dormitorio. La luz que entraba por las ventanas había menguado ya, y al girar en el pasillo buscó algún interruptor, pero no lo encontró hasta la entrada del baño. Allí lo pulsó pero no se encendió luz alguna. Lo intentó entonces con el del armarito encima del espejo y tampoco. Pensó que tal vez habían pasado por alto alguna de las instrucciones de entrada en la casa, como subir el disyuntor en el cuadro eléctrico, eso sería. “Es Cesar quien se lo leyó todo” pensó mientras iba hacia la entrada dejando las bolsas en medio del pasillo seguro que se le olvidó”.

  Encima de la puerta de entrada estaba el cuadro eléctrico. Tuvo que subirse en una silla para girar su tapa a un lado y abrirlo. Todos los disyuntores estaban hacia arriba; aún así bajó el principal y lo volvió a subir sin obtener resultado alguno.

  —Joder, qué putada exclamó en alto estamos sin luz.

  Bajó en busca de su bolso, hurgó sin encontrar el móvil, se examinó los bolsillos del pantalón.

  —Hostias ¿dónde demonios lo habré metido? En la bolsa, tal vez.

  Berta se fue hacia el pasillo, pero al pasar por delante de la colección de máscaras le pareció que tras una de ellas había luz. Un sobresalto le hizo parar en seco, sin atreverse a acercarse. “Qué tontería, joder, debe ser un reflejo de la chimenea”, pensó, y continuó hacia el pasillo, no sin cierta cautela pues ya la oscuridad impedía moverse con seguridad, fue despacio tanteando la pared hasta tropezar con las bolsas. Las agarró y volvió hacia la chimenea, gracias a la cual el salón sí estaba algo iluminado. Al pasar por las máscaras evitó mirarlas.

  No, tampoco en su bolsa de viaje encontró el móvil. Estaba empezando a buscar en la de Cesar cuando se acordó.

  —Imbécil de mí. Está en el coche, joder. Lo hemos venido usando como GPS todo el trayecto. Ahí estará, en su sujeción del salpicadero. No sé si...

  Al darse cuenta que estaba hablando en voz alta, se calló de inmediato llevándose una mano a la boca y a continuación, con mucho recelo, dirigió su mirada hacia la pared de enfrente. Aún a esa distancia, toda la longitud del salón, una tenue luz se podía observar en el centro tras una de las máscaras. Ella se movió de un lado a otro de la chimenea intentando averiguar si era un reflejo, pero la lucecita seguía allí sin inmutarse. Pensó en ir al coche a rescatar su teléfono. No había oído el motor, por lo que Cesar habría ido al pueblo andando, el anuncio decía “a 100 metros del pueblo”.

  Se acercó a la ventana, la más próxima de las tres. La oscuridad era ya prácticamente absoluta, apenas se adivinaban un par de árboles cercanos. Era una noche sin luna, sería difícil atravesar todo el jardín hasta la entrada. No tenía sentido. Decidió que esperaría a que Cesar volviera.

  Fue al darse la vuelta y volver a la chimenea cuando se escucharon unos pasos en el piso de arriba que provocaron en Berta un tremendo escalofrío. Fueron apenas cuatro o cinco pasos, no más; después pararon. La chimenea pareció haber enmudecido también, los troncos seguían ardiendo pero ya lentamente sin emitir ningún ruido. En aquel silencio, el goteo pertinaz del fregadero cobraba protagonismo “cling... cling...”. ella continuaba absorta mirando el techo, a la espera de sentir nuevos pasos cuando, al bajar la vista hacia el frente, advirtió la ausencia de la luz tenue tras la máscara; ya no estaba. Que extraño. Pensó en acercarse, levantar aquella maldita máscara y desvelar su misterio. Desenmascarar aquella extraña luz, fuera lo que fuera. Pero ya daba igual, la luz había desaparecido, y ella se sentía bloqueada, inmersa en el pánico.

  Pasaba el tiempo y Cesar no volvía. En algún momento tenía que tomar una decisión. “Contaré hasta cien se dijo a sí misma con firmeza Eso es. Cien gotas, ni una más, y saldré, saldré corriendo como pueda hacia la carretera; allí espero ver ya las luces del pueblo, seguro que las veré, no está lejos”.

  “Cling...” una... “cling....” dos... “cling.....” tres... La frecuencia del goteo parecía disminuir progresivamente, “cling...... cuatro... las gotas sonaban cada vez más distanciadas.

  Caía la séptima gota cuando sucedió. Berta vio un rostro aparecer repentinamente por la ventana más próxima a ella. Era un hombre que portaba una mascarilla negra encubridora. Una aparición brevísima, pero cierta. Ya no cabía duda, alguien se había asomado desde fuera para ver el interior; ella lo había visto con claridad, iluminado por el resplandor de la chimenea. Su reacción fue inmediata, se levantó como un resorte y cerró con fuerza la contraventana por la que había aparecido el intruso; en seguida cerró también las otras dos, asegurándolas cada una con su pasador.

  No había recuperado el aliento cuando escuchó la aldaba de la puerta golpeando tres veces. Ella corrió despavorida y se apresuro a cerrar el pasado, este sí era de buen tamaño. Extenuada por el terror volvió a sentarse junto a la chimenea. Recordó entonces que el dueño le había advertido a Cesar que el sábado irían a podar los árboles del jardín. Pero sería mañana sábado, no ahora. ¿Qué demonios hace este hombre aquí?

  No pasó más de minuto y se escuchó un golpe seco que rompía violentamente el cristal de una de las ventanas. Berta se puso en pie sobresaltada. Intentó ir hacia la cocina, necesitaba coger al menos un cuchillo para protegerse, pero le fallaron las piernas, cayó al suelo desvalida. Desde allí miraba secuencialmente hacia la puerta y cada una de las ventanas. Después siguieron varios golpes más, seguramente para echar abajo los restos del cristal que aún quedaban en los bordes. Tras un breve silencio hubo otro golpe, fortísimo y seco, con el que apareció en medio de la contraventana la hoja de un hacha enorme clavada hacia dentro. Pronto se oyeron unos bramidos estentóreos, los esfuerzos por recuperar el hacha de aquel individuo que pretendía entrar a toda costa. Pero, en una de las pausas, otro sonido se escuchó mas distante . ¡La cancela! Era el quejido de la cancela, exactamente igual que cuando entraron, primero agudo y luego tornando a grave. Esta vez sonó esperanzador. Por fin el sonido que había estado deseando oír durante tanto rato. Era Cesar, sin duda, por fin Cesar volvía. Pero, atención, era peligrosísimo que se acercara sin saber lo que allí pasaba. Tenía que avisarle de alguna manera, para ello calculó que, estando aquel individuo intentando recuperar el hacha, a ella le daba tiempo a abrir la puerta, aunque fuera sólo un par de segundos. Se armó de valor, desplazó despacio el cerrojo para abrirlo y, tras confirmar que el individuo seguía esforzado en el intento, abrió la puerta y gritó:

  —¡¡Cesar, llama a la policía corre y no te acerques, no te acerques aquí!!

  Cerró de inmediato; echó el cerrojo y pudo al fin exhalar un reconfortante respiro. Su pecho acababa de albergar una mínima esperanza.


  Y hasta aquí puedo desvelar, queridos lectores. Perdonen que no me haya presentado hasta ahora. Soy el autor de este relato y dueño de la casa del indiano. Porque la casa existe, es real, como toda la historia que acabo de contaros. Historia interrumpida por el podador, cuya aparición no estaba prevista y que estuvo a punto de fastidiarme la película. He dicho película, sí, habéis leído bien. Tengo instaladas doce cámaras-espía: cuatro en el dormitorio, para captar tomas desde todas las perspectivas; tres en el baño, que suelen facilitar escenas muy cotizadas; otras tres en el salón, una de las cuales, la de detrás de la máscara, me da problemas como habéis podido observar, se le enciende el flash cuando le da la gana, la tengo que sustituir; y las dos restantes están en sitios estratégicos del jardín, y a veces son las que más juego dan. Con esas doce cámaras grabo a los inquilinos y luego monto mis películas. Cada fin de semana una nueva peli, que subo puntualmente a las mejores webs de pornografía. Hasta aquí puedo desvelar, queridos lectores. Si queréis saber qué sucedió a continuación entre Berta, Cesar y el podador, entrad en http:\\pornoxxxencasa.com . Para animaros a ello os adelanto que está resultando ser una de mis pelis con mayor número de visitas. De hecho, tras la experiencia con el podador, su hacha y su sierra mecánica, estoy pensando seriamente pasarme al cine de terror, sí, al gore. Diréis que soy un psicópata; pues vale, lo soy. Qué le vamos a hacer, en este mundo tiene que haber de todo.


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Antonio Bisquert 

28-10-2020


Wednesday, 23 September 2020

Esa maldita puerta



Esa maldita puerta  


Bernie, por favor, escucha y entiende bien lo que te digo: Es muy tarde y necesito salir. Ábreme esta puerta. Para poder hacerlo debería ser suficiente con el reconocimiento facial. Mírame. ¿Quieres que me acerque más a la cámara? ¿Aquí te parece bien? ¿Me reconoces?

Te reconozco perfectamente, señor William Rodriguez. Ya te reconocí en tu entrada. Se admitió tu acceso por venir acompañado del señor Mártin Salazar.

Mártin no, se llama Martín, con acento en la í.

Gracias por la corrección, queda incorporada.

Y a mí llámame Bill y déjame salir de una vez, por favor, que estoy hecho polvo y necesito descansar.

Comprendo su situación, señor Bill, puedo facilitarte comida y bebida si te apetece, también puedes descansar en la sala anexa, pero no tengo la autorización pertinente para abrirte las dos puertas que impiden la salida del recinto. Tu perfil de usuario carece de los privilegios requeridos para ello.

¿Privilegios? Me cago en todos tus... iba a decir muertos pero no tienes. ¿Quién demonios hizo tu interfaz humano? ¿Quién fue el gilipollas que te enseñó a hablar así?   

La actual versión v3.4 de nuestro interfaz humano fue diseñada por el equipo de la señora Yuane Wang, entrando en funcionamiento el 12 de febrero de 2049, con la certificación de calidad del equipo del señor Zhao Ming. La interfaz lleva desde entonces doscientos treinta y dos millones cuatrocientas veinte mil actualizaciones incorporadas automáticamente como resultado de trescien...

¡Para! Para ya, joder; me importa un carajo todo eso. Vamos a ver, Bernie, dime ahora mismo con quién tengo que hablar para que se abra esa maldita puerta y pueda yo salir de una vez.

Las personas autorizadas para la apertura excepcional de los accesos al Site M233, donde te encuentras, son las que disponen de privilegios SEC4 o SEC5, pero no estoy autorizado a suministrarte sus nombres.

Vete a tomar por culo con todos esos privilegios de mierda. Ya me estoy hartando. Por favor céntrate de una vez y dime qué demonios hago yo ahora.

Lo siento, señor Bill, no he comprendido en qué puedo ayudarte.

Tienes que contactar con alguien que tenga los putos privilegios esos. Espera, espera que voy a apaciguarme un poco... porque así no me vas a entender. Buff... A ver... Empiezo de nuevo: Por favor, Bernie, contacta con algún ser humano que tenga los privilegios SEC4 o SEC5 y me pasas con él.

Comprendido. Verificando disponibilidad... Transmitiendo la solicitud de ponerse al habla con William Rodriguez... Tardaré cuarenta y tres segundos en completar los contactos de la lista …

Bien, muy bien, Bernie. Venga, espero.

Siete contactos localizados y disponibles. Te conecto con el primero que ha aceptado la solicitud. Conectando... Adelante. El señor William Rodriguez se encuentra al habla. Pueden iniciar conversación.

Hola, hola ¿Con quién hablo?

Hola Bill. Soy Arundhati ¿Qué pasa, tío?

¡Arun! ¡Qué bien! Estaba ansioso de poder hablar con humanos y encima tengo la suerte de que me salgas tú. Mira, Arun, estoy en una situación absurda, te cuento: hemos venido Martín y yo al SiteM233, el del control de aguas, para montar los nuevos sensores, por lo del protocolo PR12, ya sabes, es de las pocas cosas que aún no se han mecanizado; para eso hemos quedado los humanos, ya ves,  como obedientes siervos del Sistema. Total que a Martín ¿Te acuerdas de Martín? El que nos dio el primer seminario de PRs hace un par de años o así.

Sí, el chileno.

Efectivamente. Pues resulta que le ha subido un poco la fiebre, apenas unas décimas, él estaba perfectamente, pero aquí lo han detectado; al pobre lo han metido en un skydrive y lo han largado a su departamento. Total que ahora no me dejan salir, porque habíamos entrado con su acreditación y yo resulta que no tengo el SEC4, no lo entiendo, llevo años con él y ahora me dice el Sistema que no figura en mi perfil.

Pues chico me has pillado en la ducha, al oír que eras tú quien pedía ayuda, me he apresurado a chillar “¡Si, acepto la llamada!”.

Vaya faena, perdona, lo siento de verdad, Arun.

No, no te preocupes, en absoluto. Además me alegra mucho saludarte, Bill, te vengo echando de menos desde hace tiempo; y ahora más en medio de esta pandemia que, a pesar de todo, me trae algunos buenos recuerdos. ¿A ti no?

Claro que sí, es paradójico que una situación tan triste como aquella pueda albergar también momentos de felicidad como los que viví contigo.

Efectivamente. Momentos fugaces pero felices. Bueno, pues en un minuto entro en tu perfil y te pongo.... El SEC4 has dicho ¿no?

Sí, el SEC4. Muchísimas gracias Arun. Eres un cielo. ¿Por qué demonios me habrán quitado esa acreditación?

Pues algo malo habrás hecho, Bill. Ja, ja.

Eso seguro, ya me conoces, pero me lo habrían comunicado ¿no?

Qué va, últimamente no comunican casi nada, es otra de las cagadas del PR12; cada uno tenemos que revisar a diario nuestro perfil para saber los cambios; y sólo tienes acceso a los índices principales; ahora la base de datos personal de cada uno es inmensa, nos tienen pillados por todos los lados, cada paso que damos, cada conversación, como esta misma por ejemplo ¿Por qué no me llamas por privado? Me has asustado llamándome por el Sistema.

Es que esa es otra. Al intentar salir y no dejarme el Sistema, hice log-out y log-in, como se ha hecho toda la vida, y el capullo de Bernie, que así se llama la robótica de seguridad de aquí, me ha dejado sin cobertura. Estoy aislado del mundo. Sólo a través del Sistema te he podido localizar; o sea gracias a ti, Bernie, muchas gracias, porque nos estás escuchando ¿verdad?

Efectivamente. Podéis preguntarme lo que queráis

No, no, si yo sólo quiero agradecerte que hayas elegido a mi amiga Arun para que me ayude a salir de aquí, ya que a ti no te daba la gana de abrir la puerta. Arundhati es una de las personas que más quiero y admiro. Es autora de los mejores algoritmos de octava generación. Un genio, vamos.

Nos consta, señor Bill, el admirable curriculum de la señora Arundhati Metha.

Claro, eso es, curriculum, historia pasada, superada. Hace cinco años era muy útil lo que hacíamos tanto tú como yo, Bill, pero ahora somos parte de la prehistoria. Los algoritmos los desarrollan los mismos sistemas, y hacen en milisegundos lo que tu y yo tardábamos meses.

Vale, pues oye Bernie: añade que, además de ser una profesional como la copa de un pino, Arundhati es una bellísima persona. Bellísima en todos los sentidos imaginables e inimaginables ¿eh? porque para los no-humanos hay cosas que se os escapan ¿verdad?

Bill, por favor, ya vale. Mira, te he repuesto el SEC4. Aunque sólo me lo permite por una hora, no sé por qué. En cualquier caso, pide un skydrive y sal pitando, tío, que estoy viendo las noticias y la cosa pinta bastante chunga.

¿En serio? ¿Qué pasa?

Los índices de contagio suben y parece ser que el Sistema está a punto de meternos en alerta 3. Oye, no sé si tienes otros planes pero veo que no estoy lejos de ti, a sólo 28 minutos en sky. ¿Paso a recogerte?

¿En serio? Sería maravilloso. Pues si me recoges aquí te invito a cenar, que tenemos mucho que contarnos.  —Bernie: dime cuál es el mejor restaurante por aquí cerca. Que sea del gusto de Arun ¿eh?

El restaurante que mejor se adapta a las preferen….

No, no, espera un momento. A ver, Bill, prefiero que salgas ya, de verdad. Sal sin perder tiempo y en cuanto tengas cobertura me haces una privada.

Vale, pues allá voy. Te llamo ahora mismo.   Bernie: por favor ¿me abres la puerta?

Puerta S233/21 ha sido abierta para el señor Bill. Al llegar a la puerta S233/20 también se abrirá.

Gracias, Bernie; a ti y a todo el Sistema al que perteneces. Magnífico ¡Oh, se ha abierto la puerta! Sistema nuestro que estás en los cielos; santificado sea tu nombre. Je, je, eso decía mi bisabuelo Esteban cuando rezaba a Dios. Seguro que lo sabes, Bernie, tú lo sabes todo. Alabado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. ¡Y ahora se abre la segunda puerta! Y...  Y hágase tu voluntad aquí en este puto planeta Tierra como en el... como en el... ¡Cielo! ¡Bieeen! Cielo abierto. Qué gozada respirar al aire libre. Pero... Joder, está petao; jamás había visto el cielo con tanto tráfico.

Lo lograste. Ya estás fuera ¿no?

¡Hola! ¡Síiii! estoy fuera gracias a tu ayuda, Arun. Te me has adelantado llamando. Siempre fuiste más rápida. Fíjate que llevaba meses con muchas ganas de hablar contigo, pero soy un desastre, van pasando los días y no consigo centrarme, últimamente estoy aturdido, no sé.

A mí me pasa igual. Yo también tenía previsto llamarte ¿sabes? Tengo un montón de ganas de verte y estar tranquilamente contigo. La última vez fue todo tan apresurado...

Es verdad. Fue un encuentro maravilloso, pero tan cortito... nos quedamos con la miel en los labios. Qué vorágine nos ha tocado vivir ¿eh?. La última pandemia nos mantuvo muy separados, fue una putada. Y ahora prácticamente empalmamos con esta otra, joder.

Pues sí. Oye Bill, perdona un momento que me llama la jefa.

Vale, vale. Aquí te espero, sin prisa. Estoy en frente de la puerta principal.

Alucino. Qué buen día llevo. He montado con éxito los seis sensores; cuatro de ellos yo solito desde que se llevaron al pobre Martín. Eso va a suponer puntos extra en mi curriculum. Luego el susto del puñetero Bernie que no me dejaba salir, pero, precisamente gracias a eso, el mismo Sistema va y me pone en contacto ¡con Arun! mi queridísima Arun, y ella me dice que me echa mucho de menos. Encima me viene a recoger. Es la hostia, la hostia. Estoy que... que no me lo creo.

Bill, mira... va a ser mejor cambiar de plan, pídete un sky y nos vemos en la aerobase HF9 que está a mitad de camino entre los dos ¿de acuerdo? Yo ya salgo hacia allí.

Vale, muy bien, pues ya lo estoy pidiendo. ¿Por qué el cambio, Arun?

Es lo más sensato. Mira, me acaban de decir que no debo entrar ni tan siquiera acercarme a ningún Site M o similar. Te contaré luego, pero la situación es grave.

Dime, dime ¿Qué pasa?

Luego te cuento. Bueno, si quieres te cuento brevemente para que te hagas una idea: Me acaba de llamar Colette, mi jefa. Hay noticias muy preocupantes Lo tuyo no es casual, qué va. El Sistema está impidiendo la movilidad de mucha gente, millones de personas en todo el mundo, hasta ahí todo normal al estar en plena pandemia, pero resulta que el confinamiento es mucho más duro y estricto con los departamentos de IT, con todos los especialistas y sus responsables. Algunos se están quedando encerrados como tú, y otros, a la mayoría, les van a recoger y se los llevan a Sites blindados para que no puedan interferir en los procesos. El Sistema no se fía de nosotros. Colette se ha largado corriendo a esconderse en sitio seguro.

Joder, qué fuerte. Vale, pues sí, mejor nos vemos en el HF9 que está más alejado de todo el mogollón. Pero ¿Qué demonios está pasando?

Es alucinante. Parece ser que el lio se ha montado como resultado de la implantación del PR12. Pero eso ha sido sólo el detonante. Desde que se fusionaron la mayoría de los sistemas expertos de todo el mundo, con motivo de la lucha contra las pandemias, se ha ido perdiendo más y más el control humano sobre el Sistema. Es increible, tremendo. Colette está montando un grupo de su confianza para acabar urgentemente con esta situación. Se lo ha pedido el Secretario General. Y quiere contar conmigo ¿sabes?

Buff, Arun. Qué reto más complicado. Va a ser difícil dar marcha atrás en plena pandemia, el Sistema es fundamental para su gestión. 

Claro, esa es la clave de su fuerza. Nos hemos subyugado al Sistema. Dependemos de él para nuestra supervivencia. Poco a poco hemos ido delegando en el Sistema la formulación de acciones en los distintos escenarios. Empezamos por diseñar una robótica capaz de escribir sus propios programas y algoritmos, entonces aún era en base a los objetivos que nosotros planteábamos. Pero después hicimos poco a poco lo mismo con los criterios para la fijación de objetivos. Tenía sentido, pues era el propio Sistema quien mejor capacitado estaba para establecer unos criterios que deben variar segundo a segundo, adaptándose en tiempo real a cada situación. Finalmente llega el PR12 que, como sabes, está mal parido, joder. ¡Y nadie imaginó que pudiéramos llegar a este nivel de dependencia del Sistema. Es el puto amo. Colette lo tiene muy claro, hay que romper esa subyugación.

—Claro. Yo estoy absolutamente de acuerdo, debemos recuperar el control. O sea que se va a formar un comité para la recuperación de la autonomía humana frente al Sistema. Es curioso, una especie de Comité Anti-Sistema. Y es lógico que quieran contar contigo. Eres la hostia, Arun. Total que ¿Qué le has contestado a tu jefa?

Le he dicho que sí, por supuesto, que cuenta conmigo. A pesar de que en la actual coyuntura es un reto muy muy complicado, conseguiremos poner cordura en todo esto, estoy convencida. Solo le he puesto un pero ¿sabes?

¿Cual?

Le he dicho que puede contar conmigo a tope, pero... a partir de mañana, porque esta noche tengo un compromiso ineludible.

¿De verdad?

Así exactamente se lo he dicho. Y no le ha parecido mal.  Mañana será otro día duro, uno más de lucha sin descanso, pero hoy necesito hacer una pausa en esta locura. Quiero utilizar los sentidos, que últimamente los tengo aletargados; sentirme viva; escuchar en directo la voz humana, tu voz; disfrutar de cerca cada sensación, cada forma; oler; acariciar... 

......

Bill ¿sigues ahí?

Sí, sí. Perdona Arun, es que... me he emocionado. Qué ganas tengo de verte. Oye, aquí llega mi sky. Me subo. Un beso enorme por adelantado y hasta ahora mismo.


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Wednesday, 3 June 2020

Innombrable13


Innombrable13”





“A estas horas de la mañana, las calles son ya auténticos ríos de gente. Las multitudes desbordan las medidas adoptadas en todas las ciudades. Aquí, en directo, la CNN les sigue informando... “

Hola, Mike, ¿cómo estás? ¿preparado para la que nos espera?
Absolutamente preparado, Presidente. ¿Qué tal tú?
¿Has visto las fake news de hoy? Es patético. Ahí tienes a la izquierda más radical, alentada y financiada por nuestros enemigos, apoderándose de las calles en todas las grandes ciudades. ¡Dios nos guarde! Y la mayoría de los medios justificando, apoyando a estos bárbaros.
Es sólo cuestión de unas de horas, Donald, las tropas están preparadas para actuar a las 20:45. Será un castigo ejemplar y mañana todo habrá pasado, verás.
No, de eso nada. Escucha, acabo de hablar con Nakasone
Ah, y ¿cómo lo ve? ¿qué dice Paul?
Me ha contado que estos canallas tienen instrucciones de disolverse. Se van a dispersar diez minutos antes del toque de queda, en todas las ciudades. Esa es la táctica cobarde y depravada que han planteado para hoy. Y no tenemos suficientes miembros infiltrados para que monten bronca y poder así romper su estrategia ¿comprendes? No hay disculpa que valga, Mike, es ahora o nunca.
Pero ¿qué opina Paul de tu plan? O sea, del “Innombrable13”, quiero decir.
Él está de acuerdo en la necesidad urgente de desviar la atención mundial hacia otro escenario, lo ve claro, pero sigue proponiendo “eventos-shock”, como él los llama, alternativos a nuestro plan, que son minucias comparados con el nuestro. Le corté cuando me los explicaba, porque este hombre me está empezando a cabrear ¿sabes? Pero bueno, es igual, él tiene toda la batería de anuncios, comunicados y declaraciones lista para ser lanzada. Hay ya evidencias incuestionables de la implicación de Rusia. Son 13 los agentes de la GRU identificados. Tenemos vídeos que atestiguan sus reuniones con los cabecillas de toda esta mierda que nos han montado. Pretenden hacer creer que se trata de un problema puramente doméstico ¿verdad...? No y mil veces no, es terrorismo doméstico, eso sí, pero gestado por el más vil terrorismo internacional. No busquen su germen en ninguna de nuestras ciudades, ni en ningún otro lugar recóndito de Estados Unidos; no, aquí sólo encontrarán víctimas de él y unos cuantos malnacidos, que intentan subyugar a nuestra población a través de los medios traidores. Mañana por fin se sabrá dónde se hallaba el centro neurálgico de este terrorismo desalmado y perverso. Las coordenadas exactas, U13, en donde se venían formando estos anti-patriotas asesinos, que ahora sólo tú, yo y otras 3 personas conocemos. Mañana será un día histórico, habremos evitado otro 11S. El plan está perfectamente trazado. Ahora o nunca, Mike, mañana sería tarde. Es nuestro deber hacerlo.
Por supuesto, Donald. Son decisiones difíciles, pero la situación es la que es. Estábamos agobiados por la maldita pandemia china, y ahora es Rusia quien pretende amedrentarnos.
No lo vamos a consentir. La respuesta será tajante. Estaremos a la altura de la historia.
Por cierto, me llamó Grinston ayer y no te comenté.
—Oye, no habrás desvelado nada a Grinston ¿verdad?
No, por supuesto que no. Le había pedido información sobre nuestra presencia en aquella zona. Quedan aún contingentes en áreas limítrofes, pero dentro del área misma de U13 sólo hay unos diez o doce agentes de NSA. No sé si tal vez deberíamos...
Ni se te ocurra. No vamos a perder ni un minuto más. A ver... no te veo centrado, Mike. Innombrable13 empieza ya ¿comprendes? Ya mismo. De hecho, hablé hace un rato con McCarthy. En Arlington está todo listo, programadas las coordenadas U13 y pendientes de nuestra señal. Me recomendó que tuviera abierta la sesión para, llegado el momento, introducir la clave. Voy a hacerlo ahora mismo, aprovechando que estás aquí ¿sabes? Él quería enviarme alguien de IT para ayudarme, pero no, no me fío. Lo haremos entre los dos. Los dos seremos responsables ante la historia, dando justo castigo al terrorismo internacional. Venga, vamos al PC y nos ponemos a ello...
Donald, yo... de verdad... en fin, te agradezco que me impliques a ese nivel en esto, pero... es que yo de teclados y ratones sé poquito ¿sabes?
No te preocupes, a mí me lo explicaron detalladamente. Es fácil.
A ver... primero entramos en mi cuenta... No, espera, tú ahora no mires, date la vuelta.
La contraseña mía... ah sí...

La contraseña introducida no se corresponde con el nombre de usuario”

Joder. Espera, que llamo a Kate... Kate, no me reconoce la contraseña... No, no vengas. Dímela por favor. Qué no. Pues venga. Sí, sí, ¿pero mayúscula o minúscula?... Sí, sí, vale, vale. Sí, ya está, venga.
Cómo te admiro, Donald, yo jamás hubiera sido capaz de entrar sólo en mi ordenador.
Ahora... ¿Dónde estaba? Ah sí... vamos a “Claves Operativas”... Eso es. Y ahora “Clave de Activación del Protocolo Nuclear” ¿Ves qué bien? Ya estamos

Para introducir la clave de activación, por favor primero mire frontalmente a la cámara”

Joder, ¡una cámara aquí en mi despacho! ¡Me cago en...! ¿quién la ha puesto? ¿y dónde?
No, Donald, se debe referir a la camarita esta de encima de la pantalla. Este agujerito pequeño ¿ves? Aquí, que mires aquí. A ver...

Gracias, señor Presidente. Su rostro ha sido identificado. Por favor ahora apoye su dedo índice en el dispositivo de la esquina inferior derecha. Se trata de confirmar su huella dactilar”

Hostias. Ya me acuerdo. Estas son las gilipolleces que me contó Obama. Sí, de hecho estuve viendo cómo lo hacía cuando me explicó lo de cambiar la clave y todo eso, pero no le hice ni puto caso, por supuesto, a ese negro de mierda. O sea que pongo aquí el dedito...

Gracias, señor Presidente. Ahora, para identificar su voz, por favor indique verbalmente la razón por la que quiere introducir la Clave de Activación del Protocolo Nuclear”

No me jodas. No, no me lo puedo creer. Recuérdame que mañana, sin falta, destituya al de IT. Es un auténtico gilipollas.
Desde luego. No sé para qué tanta tontería. Pero me temo que mañana vamos a estar tú y yo bastante ocupados. Je, je...
En fin, todo sea por la seguridad.

No le he entendido, señor Presidente, por favor responda de nuevo a partir de la señal...

Definitivamente esto es una castaña...
Ssss..., calla que tengo que grabar...

Pi, pip”

Necesitamos habilitar la Activación del Protocolo Nuclear para salvar a los Estados Unidos de América del más desalmado y criminal terrorismo internacional.

La explicación no está clara. Por favor inténtelo de nuevo, Sr. Presidente”


¡Dios!  Esto va a ser cosa del puto Obama. Me cago en...