Wednesday, 8 February 2023

Con mucha calma





Soy como un reloj; un reloj de los antiguos, no hay circuitería digital en mí, qué va, todo es mecánico. Tengo una maquinaria diminuta y precisa a la que doy cuerda todos los días, ella se encarga de transmitir vida a mis manillas.

Cuando miro hacia atrás, recuerdo lo largas que eran aquellas tardes de domingo. Comiendo el bocadillo sin parar de jugar con mis vecinos, al rescate, a tula, al escondite... Deprisa giraba entonces mi manilla más fina, una vuelta y otra, siempre aprovechando cada instante al máximo, cabían tantas cosas en cada tictac...

Luego me hice mayor, y fue al ser padre cuando, de tantas vueltas dadas, aquella manilla delgada y larga, mi segundero, se desprendió. A partir de entonces han sido los minutos, tan escasos siempre, los que marcaron el compás diario, empujándome constantemente aquí y allá; el café; el coche; ¿por qué no cambia ese maldito semáforo ¡que llego tarde a la oficina! Luego corriendo de vuelta a casa; el baño de los niños; ¿qué os hago hoy de cena?

Ahora soy abuelo y acabo de perder otra manilla, mi minutero. No puede ser, se habrá caído en la mesilla de noche, a ver... pues no; tal vez en el lavabo... tampoco. Nada, tendré que acostumbrarme a vivir sin ella. Ya sólo me queda una, una manilla corta y ancha; bueno... esta se mueve con calma, con mucha calma. Parece fuerte y, pensándolo bien, ha dado muchas menos vueltas que las otras dos, seguro que me durará más.